“Antes el golpe de Estado lo dieron los militares y ahora lo están dando los jueces”

Vallecas VA charla con la escritora Nieves Concostrina, quien presentó su último libro ‘Acontece que no es poco’ en el CS El Espacio

Nieves Concostrina posa en el Centro Social El Espacio. Foto: Jesús Inastrillas

Por Ignacio Marín

La periodista y escritora Nieves Concostrina (Madrid, 1961) abarrotó el 25 de abril el CS El Espacio (calle de Sierra Carbonera, 32) para presentar su última obra ‘Acontece que no es poco’ (La esfera de los libros) y charlar con los asistentes en un acto organizado por el Ateneo Republicano de Vallecas, la Asociación Vecinal Puente de Vallecas-San Diego y la librería La Verde. Con ya más de 10 libros publicados y una larga trayectoria en radio y televisión, continúa desgranando la historia en la sección ‘Acontece que no es poco’ del programa ‘La Ventana’, y en su espacio ‘Cualquier tiempo pasado fue anterior’, ambos de la Cadena SER. Con su estilo, personal, ameno y sin ambages a la hora de denunciar las mentiras recurrentes ha logrado grandes adeptos, “concostriners”, como definió, con un guiño cómplice, la también periodista y presentadora del acto, Alejandra Agudo.

Durante la entrevista a este periódico, Nieves Concostrina confesó no tener una “fórmula para conectar con el público”. “Quiero usar un lenguaje cercano y explicar las cosas a mi manera. Pienso en lo que le puede interesar a los oyentes. Soy periodista, no historiadora”, señaló.

Buena parte de la obra de la escritora madrileña saca a la luz episodios históricos desconocidos, a menudo curiosos y divertidos. “Leo cosas que no me puedo creer y las escribo riéndome. Lo paso bien, porque la historia es a veces increíble”, reconoció. Pero también insiste en señalar la historia real, una historia auténtica que, en nuestro país, a menudo ha sido ocultada y tergiversada, manipulando incluso la memoria de grandes referentes de nuestra cultura: “Hay que machacar con temas como que Miguel Hernández o Miguel de Unamuno no se murieron, les murieron”, argumentó,

La historia es cíclica, pero por culpa de la ignorancia

Concostrina recuerda que “la historia tiene la importancia que le quiera dar cada uno”, pero resulta crucial para estar preparados en una época caracterizada por las mentiras y la manipulación. “O creces siendo un zoquete o creces informado de lo que eres, de dónde vienes, y por qué han pasado las cosas”, advierte. La historia, en este sentido, “es cíclica, pero por culpa de la ignorancia”. El pasado, asegura, “está ahí para tomar notas, para aprender. Pero como la gente no lee, el fascismo volverá, el golpe de estado volverá, el hambre volverá, la muerte volverá”.

Precisamente, la autora lamentó la deriva política actual, “una situación muy grave”. “Antes el golpe de Estado lo dieron los militares y ahora lo están dando los jueces. Es una vergüenza y los periodistas están a por uvas”, advirtió. Concostrina, además, quiso recordar que “la derecha golpea cuando no tiene lo que quiere”, poniendo el ejemplo de que no se discutió la legitimidad de los presidentes Aznar o Rajoy, pero sí se está haciendo con Zapatero o Sánchez, acusándoles de okupas de las instituciones y de La Moncloa. “Así es la derecha, así es el franquismo. Estos son los que dieron el golpe en el 36 y ahora están en Génova 13”, aseguró. Ante esta situación, la escritora insta a no callarse y afrontar con valentía las mentiras y el odio. “No es cuestión de salir a montar ninguna bronca, se trata de hablar, de defender unos valores y que cuando alguien dice una gilipollez se le responda que eso no es así”, señala. Además, es preciso “no tener miedo, levantar la voz todos y cada uno, en el bar, en el parque, en cualquier sitio”, añade.

Por ejemplo, propuso: “si es la cena de Nochebuena y no se discute por no disgustar a mamá, pues mamá tiene un problema si se disgusta por responder a alguien que defiende a un fascista”.

Si los vallecanos olvidan su pasado, tenemos un problema

La periodista también charló sobre Vallecas y la importancia de reivindicar sus luchas: “cuando naces en un barrio debes conocer su historia y transmitirla, eso es la memoria”. Advirtió, además, de los problemas que puede conllevar olvidar la tradición reivindicativa y el desapego con la esencia del barrio: “si el habitante de Vallecas, por tener una urbanización con una piscina de dos metros por dos metros, se cree que es clase media alta, pues el vallecano tiene un problema de ignorancia. Vuelve aquella frase de que eres más tonto que un obrero de derechas”.

En cuanto al gran peso que tiene la educación concertada en el barrio, superior incluso a la pública en número de centros y en manos mayoritariamente de confesiones católicas, lamentó que nunca “nos vamos a poder quitar la lacra de la Iglesia”, porque hay mucho hipócrita y mucho cínico. “Hasta hay rojos que van a misa, pregúntale a ellos por qué llevan a sus hijos a la escuela concertada y no defienden la educación pública”, apunta.

La Iglesia es una de las bestias negras en la obra de Nieves Concostrina y no es para menos, ya que, a su juicio, “es una vergüenza la inmensa millonada que se llevan. Si destinásemos ese dinero a la sanidad o a la educación, aún nos sobraría, pero por mantener la tradición seguimos todos acoquinando”.

La Monarquía, una lacra protegida por los cortesanos

Concostrina también tuvo palabras para la Monarquía, otro de sus temas recurrentes. Asegura que los ciudadanos estamos ya anestesiados ante sus escándalos y que está “protegida por los cortesanos”, periodistas incluidos. “Son los propios políticos, empezando por el PSOE, los primeros que defienden la Monarquía”, rememora.

La periodista madrileña también recordó la deuda que la historia tiene con la mujer y el gran trabajo que se está haciendo en los últimos años por reivindicar y rehabilitar su figura y su legado. “Hay muchas historiadoras y muchos historiadores que están trabajando, que están rascando para sacar a la luz la historia de las mujeres. Por ejemplo, hay grupos de arquitectas que están investigando a las mujeres que trabajaron en la sombra durante el franquismo y que tenían trabajos firmados por los hombres, porque no podían firmarlos ellas”, dice.

Fusilar al grito de “¡Viva la Virgen del Rocío!”

La historia de “los cien de Almonte”, incluida en su última obra, hizo enmudecer al CS El Espacio. En 1980, el cineasta sevillano Fernando Ruiz estrenó ‘Rocío’, un documental secuestrado por la incipiente democracia que denunciaba el origen y la parafernalia de la romería del Rocío, una festividad profundamente clasista, y la participación de miembros de su hermandad en la represión franquista. Este episodio, especialmente cruento, relata que, durante la Segunda República, el ayuntamiento demócrata de la localidad onubense de Almonte retiró del salón de plenos un azulejo de la Virgen del Rocío al no estar permitido por ley, tal y como sucede ahora, la exhibición de símbolos religiosos o políticos en dependencias oficiales, de lo cual “tomaron buena nota” las derechas del pueblo. Tras el golpe de Estado, asesinaron a todos los relacionados con la retirada del azulejo y sus allegados mientras clamaban “‘¡viva la Virgen del Rocío!”. “Muy católicos ellos”, lamentó Concostrina. Los restos de “los cien de Almonte” aún no se han encontrado.

Pau Casals, un ilustre arrojado al olvido

Entre las historias poco conocidas a la que se refiere Concostrina está la del eminente violonchelista catalán Pau Casals. Su figura, como tantas otras, es más conocida en el extranjero que en España, por culpa de la censura franquista y de un olvido impuesto que llega a nuestros días. El músico tarraconense, exiliado y firme detractor de la dictadura, fue nominado al Premio Nobel de Paz y tocó, invitado por el presidente estadounidense John F. Kennedy, en la Casa Blanca por su compromiso democrático. En 1958 ejecutó la emotiva pieza ‘Cant dels ocells’ frente a la tumba de Antonio Machado en el cementerio francés de Colliure y en absoluta soledad. Pau Casals murió en 1973 y también en el exilio, como Antonio Machado. México y Puerto Rico, el país que le acogió en sus últimos días, celebraron grandes homenajes en su honor. En España, su muerte pasó inadvertida, por culpa de su atrevimiento al defender la democracia y la libertad, que ocultará en nuestro país su talento para siempre.

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