¡Alto el fuego, ya!

Foto: Jesús Inastrillas

Más allá de todo análisis, de todo argumento y de toda opinión, lo que cabe resaltar es la locura violentista que ha desatado el gobierno de Benjamín Netanyahu, como respuesta a la atroz acción realizada por los dirigentes de Hamás el 7 de octubre.

Con el correr de estas semanas se ha hecho evidente la inoperancia de la ONU, la hipocresía de los gobiernos de Europa y las tibias respuestas de quienes podría parar con su presión esta locura. Únicamente podemos destacar la postura digna y a la altura de las circunstancias de gobiernos y presidentes de Colombia, Bolivia, Chile y Brasil, entre otros. Todos esos intentos son necesarios y urgentes.

A la par ha ido creciendo en cantidad y lugares las manifestaciones de los pueblos en apoyo a los habitantes de Palestina. Es necesario posicionarse y hacer algo más ante tal masacre. Es un acto moral que deberíamos hacer todo el mundo y toda institución.

En cuanto a nosotros, gente común y corriente, pareciera que la baza que tenemos que jugar es “la fuerza de la unión”. Habremos de ser decenas, centenares de millones de seres humanos en todo el planeta, quienes sigamos clamando cada vez, con más indignación y fuerza, hasta que pare esta locura.

Así pues, es hora de que hagamos todo lo que esté en nuestras manos para conseguirlo.
Clamemos con todas nuestras fuerzas por un “alto el fuego, ya”. Si alguien lo puede conseguir, es la gente común y corriente unida. Está en nuestras manos. Esta locura nos rompe el alma, nos rompe los corazones y nos anestesia. Apagamos las televisiones para no ver las noticias, porque no aguantamos tanta monstruosidad. Es necesario pasar de la impotencia y de la rabia, a la indignación. Necesitamos movilizarnos sin parar, hasta conseguir el alto el fuego en Palestina.

Es posible, urgente y necesario. Tomemos las calles. Tomemos las plazas en nuestros barrios y pueblos, en nuestras ciudades, en nuestro país y en el mundo entero. Hagámoslo juntos y unidos, con un claro y concreto reto que habrá de ser una primera victoria: el alto el fuego permanente, ya.

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