ROBERTO BLANCO TOMÁS
Vallecas, 1982: un barrio con muchos “problemas”, entre ellos la carencia de espacios donde se desarrolle la cultura popular. Un grupo de vecinos “inquietos” quiere hacer algo para cambiar esto y también para combatir la enorme tasa de analfabetismo existente en este rincón de Madrid. Nace así la asociación cultural Al Alba. Su primera iniciativa es crear una escuela de adultos, “que fue la primera que se formó en el barrio y una de las primeras que se formaron en la Comunidad de Madrid”, comenta Pablo, presidente de la asociación. Los comienzos fueron duros: “no teníamos ni siquiera locales, así que tuvimos que pedir espacios a colegios y a otros centros, y así empezamos este proyecto pionero del que nos sentimos orgullosos”.
La iniciativa es un éxito desde el principio: “el primer año estuvimos cinco o seis monitores. Y yo creo que había ya por lo menos cuarenta o cincuenta personas”. Tiempo después conseguirían una ubicación fija, en los locales de la parroquia de San Ambrosio: “nosotros pagamos los gastos corrientes de la parroquia (luz, gas, etc.), y a cambio nos los ceden y los gestionamos nosotros”, aclara Pablo. Y el número de alumnos siguió creciendo: “Hemos llegado a tener doscientas personas aquí, y lo bonito además es que gente que han sido alumnos ahora están dando clase como profesores”. O realizan otras funciones en la asociación, por ejemplo Encarna, la tesorera, que también es antigua alumna.
Evolución
Encarna recuerda lo que ha cambiado el barrio: “Cuando yo me vine a vivir hace 39 años ni había luz, ni aceras… Fíjate si hemos evolucionado… Teníamos solo el autobús, el 57, que lo quitaron y luego lo volvieron a poner porque hicimos movilizaciones. Así conseguimos también el Metro, conseguimos luces…”. La asociación ha evolucionado de forma pareja a Vallecas: “Hay que ser moldeables —explica Pablo—. Ahora la situación no es la misma que hace 30 años. Entonces éramos reivindicativos sobre todo con la vivienda, porque estábamos en la época en que se estaba construyendo un barrio nuevo. Además, existía una tasa de analfabetismo desproporcionada, que supimos bajar drásticamente. No solo nosotros, porque a raíz de que empezáramos a trabajar la educación de adultos, también otras asociaciones crearon escuelas, hasta llegar a las ocho que ha habido aquí, de las que todavía subsisten cinco. Con otros proyectos e ideas, porque los tiempos van cambiando, pero sigue teniendo sentido”. Hoy, la escuela es un referente importante, y ha ido más allá, ofreciendo al barrio charlas y debates sobre temas como ecología, sanidad, educación, economía, política, el propio barrio… “Todos los jueves, a las siete de la tarde, tenemos una cita con el debate, con la cultura popular”.
Pero volvamos a nuestro relato: “La siguiente iniciativa —continúa Pablo—, también fruto de la educación de adultos, fue crear un espacio para el teatro: un grupo de teatro hacía que la gente tuviera que leer y memorizar, y era otra forma de que vinieran aquí. Hicimos un grupo fantástico, con obras muy buenas. Esto sería en torno al 84, casi a continuación de la escuela. Un grupo muy comprometido y con mucha gente. Todos los domingos se utilizaban para ensayar, pues era el único día que tenían libre… Ese grupo también hizo que la asociación creciera, y a partir de ahí empezamos otros proyectos, como el coro Al Alba, que ahora va a cumplir 25 años. La idea era la misma de siempre: que mediante la música podamos estar juntos, que la música nos atraiga tanto que no nos quedemos en casa”. Hay que destacar que la música se ha revelado como un factor importante en la asociación: después del coro se creó la charanga La Sonora Refrescante —“verdadera cantera de grandes músicos del barrio”— y, a partir de ésta, una auténtica Big Band.
Más actividades
“Tenemos también un grupo de senderismo muy especial, para gente mayor —porque también la gente mayor tiene derecho a disfrutar de la naturaleza—, y lo cuidamos a tope: vemos los sitios donde vamos a ir, intentamos dar un matiz cultural a cada excursión, y la idea es que mediante ellas nos conozcamos un poquito más. Llevamos ya 17 años, y hemos ido a muchísimos sitios. También hemos hecho excursiones de vez en cuando a otros países: hemos estado en Francia, en Grecia, en Marruecos, en Túnez, en Italia… Lugares a los que hace treinta años la gente del barrio no se podía imaginar que iría, y hemos podido ir, y por poco dinero”. Luego llegaron la gimnasia; el aeróbic; los talleres de cerámica, pintura y literatura; las sesiones de fisioterapia; los cursos de solfeo… Y finalmente comenzaron las clases de sevillanas y se formó el Área de la Mujer (un 85% de la asociación son mujeres), con sus actividades específicas de aeróbic y teatro…
Gente muy inquieta, y cada vez más numerosa: “ahora mismo tenemos el orgullo y el honor de ser más de 600 socios los que estamos aquí metidos. Pagamos 15 euros al año por mantener los locales, y ya está: todo el mundo puede hacer cualquier actividad”.
La escuela de adultos sigue funcionando. “No hay tanta gente como antes, pero tenemos la otra parte, que son los cursos de ampliación cultural, las charlas sobre los temas que nos interesan, que es como si dijéramos el ‘nivel superior’ de la escuela de adultos. Y ahí sí que viene mucha gente… Tenemos además un grupo de teatro nuevo. El grupo pionero al final acabó por pura edad, y ahora hemos vuelto a retomar el asunto”.
En la actualidad, “Es una asociación un poquito mayor, hay que reconocerlo… Por lo tanto, uno de los primeros objetivos es que la gente joven nos reemplace. Lo estamos deseando, porque ése será nuestro futuro. Si no, seremos una asociación declarada a extinguir. Pero bueno, seguimos, y además seguimos sobre todo más reivindicativos, luchando contra los recortes y este tipo de cosas”.
En cuanto a proyectos inmediatos, Pablo nos dice: “bajo mi punto de vista, lo que tenemos que hacer es abrir más los espacios que tenemos al barrio. Ahora mismo, con la crisis, a muchas asociaciones que vivían o malvivían con las subvenciones, se les han acabado. Nosotros, por suerte, tenemos 600 socios que pagan muy poco, pero con ese dinero somos capaces de mantener estos locales y estamos ofreciendo estos espacios a mucha gente, gente que antes tenía sus locales, los pagaban con las subvenciones y ahora no tienen ni siquiera para poder estar. Nos sentimos muy solidarios con esa gente, y si podemos prestar locales o cualquier otra ayuda, lo hacemos, con mucho gusto además”.
Para terminar, pedimos a nuestros interlocutores que destaquen lo que consideren más importante de la asociación. Encarna nos dice: “Yo me quedaría con todo, porque para mí y para mi marido ha sido un sitio donde relacionarnos con la gente. He hecho muchas amistades, ha sido casi nuestra casa”. Mari Carmen, vicepresidenta, apunta: “yo llevo poco tiempo, pero me pasa lo mismo. Los miércoles, que suelo librar, estoy deseando que llegue el día para venirme”; y añade: “Lo bueno que tiene la asociación es que vienen muchas personas con depresión, y aquí se relacionan con otras personas. Vienen y, bueno, dan un cambio al cabo del tiempo que no se lo creen ni ellas”. Pablo concluye: “Yo a lo mejor me quedaría con lo que pone en el cartel que hicimos para el 30º aniversario: ‘Haciendo barrio a través de la cultura’. Es lo que hemos intentado hacer. Una cultura más de la gente, más del pueblo… No una cultura elitista, sino, a través de una cultura más esencial, unir a la gente”.