ROBERTO BLANCO TOMÁS.
Sonia Conde trabaja en el Servicio de Dinamización Vecinal, un servicio de la FRAVM en convenio con el ayuntamiento de Madrid. Conoce bien el barrio, pues además de ser vecina, lleva “muchísimo tiempo trabajando en Vallecas en distintos dispositivos, servicios y asociaciones. En concreto, en este servicio llevo desde 2010”. Se encuentra ubicada en la A.V. Alto del Arenal, y abarca la zona del Triángulo del Agua.
¿Qué es el SDV y a qué se dedica?
Nacimos como mediadores vecinales, lo que pasa es que luego vimos que nuestras funciones iban más allá de la mediación, ya que hacíamos también promoción de la mejora de la convivencia, de la interculturalidad, porque estamos en barrios donde se da esta mezcla de culturas. Otra de las cosas que hacemos son procesos comunitarios. Yo siempre digo que soy como un punto de conexión con muchas entidades profesionales que luego pueden realizar sus actividades mejor de manera conjunta, trabajando en proceso y haciendo posible que no sea algo puntual.
¿Cómo funciona el servicio?
Por un lado, como estamos ubicados en asociaciones vecinales, con puerta a la calle, entran vecinos con distintas preocupaciones, dificultades e intereses, lo que hace que una parte de nuestro trabajo sea de orientación e información. Yo, por ejemplo, ofrezco lo que llamo “asesoría social”, que tiene un horario durante la semana, y que consiste en “reubicar” a estos vecinos al grupo, actividad o servicio que puede cubrir su necesidad. Luego hay otra línea de trabajo, con actividades propias del SDV, adaptadas a las características del barrio y de los vecinos con los que trabaja.
¿Cómo es más o menos tu día a día aquí?
Depende del día… Desde atención en despacho, reuniones con otros profesionales y recursos, también participo en plataformas como la Mesa de Convivencia o el Grupo de Género, o en un espacio que hemos abierto con profesionales que trabajamos específicamente en el Triángulo del Agua en temas de convivencia… Entre las tareas que realizo están los procesos de mediación en las comunidades de la zona, y ahí, como mucha de la población es gitana por el realojo, trabajo de manera coordinada con la mediadora social de Barró. Y luego, dinamizar los grupos que ya están en marcha, por ejemplo el grupo de mujeres de teatro, que se reúne los miércoles, o el grupo de jóvenes de la asociación. Mi labor con estos grupos consiste en dinamizarlos y apoyarles: ver qué necesitan, cómo puedo ayudarles…
¿Cómo ves el barrio?
Es complicado… De un tiempo a esta parte el tejido social está desmantelado, ya que, con las políticas de recortes, lo social ha quedado muy dañado. Hay muchos servicios que han desaparecido, muchos profesionales que ya no están, las asociaciones sobreviven con muy pocos recursos y haciendo un trabajo impresionante, y además cada entidad está tan desbordada de trabajo que tiene poco espacio y tiempo para poder hacer trabajo comunitario.
Después, la propia población: si ya era un barrio obrero, humilde y con recursos muy limitados, se les ha dado otra vuelta de tuerca. Somos el distrito con los índices más altos de Renta Mínima de Inserción, tenemos índices de analfabetismo todavía muy elevados y trabajamos con unas situaciones muy alarmantes.
Por otro lado está el tema del IVIMA-IRIS, ahora fusionado en Agencia de Vivienda Social, que son una maquinaria que gesta y crea la mayoría de los problemas de convivencia que se dan en este barrio con las políticas abruptas de realojo que han hecho, que han cronificado los problemas porque no ha habido una intervención ni un seguimiento adecuados. Estas políticas tienen como consecuencia la creación de guetos, que es lo que se debería intentar evitar.
Y luego hay otro problema, consecuencia de todo esto. Estoy haciendo con la mediadora social de Barró y en convenio con la UFIL de Tierruca un programa de prevención de abandono escolar, porque desde hace ya bastantes años la población gitana, chicos y chicas, entran pero nunca terminan. En cuanto cumplen la edad en que ya no peligra que a sus familias les retiren el RMI si no están escolarizados, o por el tema de las pedidas, casamientos, embarazos y todo eso, lo dejan. Y ahí sí noto que ha habido un retroceso. Es una vuelta a la cultura de la marginalidad identificándola erróneamente como “cultura gitana”, porque la cultura gitana no es eso. Da la impresión de que esas familias no ven muchas salidas con la situación actual, y por eso actúan así.
¿Qué necesidades tiene el barrio?
Creo que hay que fomentar y potenciar las entidades sociales de los barrios, que tienen trayectoria, experiencia, hacen un trabajo a pie de calle y son además referente para los vecinos, por lo tanto se llega más y mejor a la gente. No como esos proyectos, entidades o empresas que llegan como “paracaidistas” a un barrio que no conocen, están tres o seis meses y luego desaparecen. Eso es tirar dinero…
Háblanos un poco del grupo de teatro de mujeres…
Este grupo surge porque venían varias mujeres con peticiones muy diferentes, pero en el fondo la demanda implícita que yo detecto en todas ellas es como una sobrecarga de cuidados y un sentimiento de soledad que necesita una válvula de escape; como que no tenían ni un rato a la semana exclusivamente para ellas. Entonces empezamos con el grupo, y el año pasado lo que hicimos fue coger un relato de un libro de Ángeles Mastretta, Mujeres de ojos grandes, y hacer una adaptación teatral del mismo. Este año le hemos dado otra vuelta a través del teatro-foro, en el que el público puede intervenir: han construido ellas mismas, a través de relatos de vida propios o de las mujeres que tienen alrededor, el contenido de la obra. Son tres historias de tres mujeres, de distintas edades, pero del barrio. Es muy interesante, porque es mostrar de alguna manera cómo es ser mujer hoy en Vallecas, y la intención es que otras mujeres puedan asistir, ver la representación, sentirse identificadas e intervenir. Es muy chulo, estoy muy ilusionada con este proyecto.
¿Qué otras cosas hay en marcha en estos momentos?
Dos iniciativas de la asociación vecinal. La primera, hacer un periódico trimestral para dar a conocer las cosas que hacemos. Y la segunda, el grupo de jóvenes de la asociación, que cada vez están asumiendo más responsabilidad. Esta asociación tiene la suerte, y yo me estoy esforzando en potenciarla, de contar con un grupo maravilloso de ocho chavales muy inquietos, con muchas ganas de hacer cosas en el barrio y que tienen aquí un soporte para dar rienda suelta a sus iniciativas. Están ahora con un proyecto de cuentacuentos teatralizados, a través de títeres. La idea es poder hacerlo en distintos lugares del barrio y llevar la cultura a espacios y gentes que no tienen acceso a ella. Estos jóvenes han tenido una participación importante en la iniciativa del Campo Azul, de la que ya tienen noticia vuestros lectores.
Y en este aspecto, quisiera destacar un proyecto que finalizó en junio del año pasado, precioso, de trabajo con jóvenes del barrio, que como digo tienen una creatividad y un potencial increíble. Fue un proyecto de grafiti con chavales de esta zona y del CSOJ Atalaya, mezclando así jóvenes de la misma edad pero con estructuras familiares, económicas y sociales diferentes. Decidieron ellos qué calle querían, se pidió un permiso a la Junta e hicieron un mural colectivo. El trabajo coordinado y conjunto y el proceso de los seis meses que estuvieron aprendiendo grafiti fue impresionante. Se acabó porque no teníamos más presupuesto: si hubiéramos tenido más recursos, habría continuado.
¿Algún mensaje para los lectores?
Que la sociedad organizada es la garantía de la democracia bien entendida. Y en la asociación de vecinos y el servicio estamos aquí para eso: para recoger las distintas voces e inquietudes y ponerlas en marcha.
SDV Triángulo del Agua
- A.V. Alto del Arenal (C/ Pedro Laborde, 65).
- Tel.: 660 931 488.
- Correo-e: dinamizacion.trianguloagua@aavvmadrid.org
Fotos: R.B.T