EDITORIAL |
A primeros de septiembre, un juzgado de Madrid ha paralizado de nuevo el proceso de privatización de los 6 hospitales de Madrid (entre ellos el Infanta Leonor) hasta que haya una sentencia firme sobre el recurso presentado por la asociación médica de facultativos especialistas. Pero solo ha sido eso, una batalla, ya que existe la posibilidad de que finalmente el juzgado sentencie a favor del Gobierno de la Comunidad de Madrid. De ello damos buena cuenta en las páginas 3 y 4.
Esta pequeña victoria es fruto de más de un año de fuertes movilizaciones. Es necesaria la acumulación de esfuerzos, la imaginación en todo tipo de movilizaciones y la permanencia de las mismas. Aunque “los gobernantes” quisieran dar a entender a base de represión y manipulación que tienen cogida la sartén por el mango, cada vez se les van colando “más goles”, cada vez van quedando “más tocados”.
La Marea Blanca es un buen ejemplo de trabajo conjunto entre los profesionales de la sanidad y la gente. Un buen compincheo, pese a la falta de costumbre, haciendo un tremendo esfuerzo por parte de todos para buscar la unión. Al colectivo sanitario, en su conjunto y hasta el inicio de la Marea Blanca, se le veía yendo a la suyo. Ahora ha quedado de manifiesto que hay un sector claramente sensibilizado y comprometido con la sanidad pública y con la gente.
La Marea Blanca ha aportado algo nuevo y rico, plasmado en las imágenes impensables hace unos pocos años de los flashmobs donde cientos de profesionales de la sanidad y pacientes bailaban por la sanidad pública frente a hospitales, y también en la Consulta Ciudadana por la Sanidad, con casi 1.000.000 de votos, más del 99% a favor de la pública.
Es muy destacable cómo se han vivido todas estas movilizaciones, cómo se ha experimentado en carne propia el haber sido capaz de dejar a un lado las particularidades y converger, con gran esfuerzo y genuino sentimiento, con el objetivo de tener la unión suficiente para ir ganando pequeñas batallas. Esto nos hace sentirnos más fuertes y con esperanzas de que llegará el momento en que el sentido común, por el bien común, se imponga.
Hemos de redoblar los esfuerzos. Esta imaginación, este humor, esta forma de luchar con “sabor propio” que supera esquemas anteriores, es un tremendo aprendizaje que con toda seguridad está siendo recogido por otros, y que probablemente se vaya a traducir en otros campos de batalla, mayores que éste, que en no mucho tiempo se librarán.