Por Pedro Lorenzo
Obra teatral del dramaturgo Tennessee Williams, ganadora en 1948 del Premio Pulitzer en la categoría de drama, su obra cumbre. El texto explora la condición humana y lo inevitable de la vida y la muerte y retrata la violencia doméstica, la locura y el choque entre dos mundos: el de Blanche Dubois, una mujer madura de una rancia familia sureña y arruinada, caprichosa, y el de Stanley Kowalski, un obrero rudo, de ascendencia polaca, casado con su hermana, que tienen que convivir, en su casa con Blanche entre choques y peleas continuas.
Es una fiel adaptación y con la excelente dirección del joven dramaturgo David Serrano. Pablo Derqui que ya fue dirigido por Serrano en ‘Pedro Páramo’, está soberbio, al igual que su mujer, Stella Kowalski (María Vázquez) y su hermana y protagonista Blanche Dubois (Nathalie Poza) que está sublime. Luce delicadeza y entrega en este papel. Otro actor destacado es Jorge Usón como ‘Mich’. En el fondo y en la forma todo el elenco tiene muy cogidos sus papeles: es un montaje coral. No se pierde un solo instante la atención, a pesar de su intensidad.
La ambientación, escenografía e iluminación son extraordinarias, amén de la música de jazz y ese ambiente sórdido, violento e hipócrita que trata de manera subrepticia la prostitución y la homosexualidad. También el alcoholismo, la marginación y la pobreza. Fue prohibida en su país por algunos de los temas que toca.
Se trata de una obra redonda y autobiográfica que aborda «su compleja relación con el amor y el deseo», según el director. Es una puesta en escena de las que crean afición. Ni siquiera su larga duración molesta, porque está tan bien hecha que se llega al final con agrado.
Sales del teatro con la sensación de haber asistido a una pieza única. ¡Una maravilla! Recomendable.








