Por Antonio Osuna
Siempre me gustó pensar en el mes de diciembre como un mes de reflexión total. El mes en el que haces el balance del año completo, repasando todos y cada uno de los logros, y de las frustraciones de lo no conseguido.
Más allá de las luces, de los regalos y de los villancicos que no dejan de sonar, más allá de las colas interminables en los centros comerciales, más allá de todo eso pienso una cosa… que es el fin de la partida. La imagen que da color a este texto creo que simboliza muy bien lo que quiero explicar. Lo primero de todo, es que me apasiona ver este tipo de tableros o mesas de juego en nuestros parques. Aun así, creo que jamás vi a nadie jugar al ajedrez en estas mesas. Habrá pasado, seguro, pero yo no fui testigo y me hubiera gustado serlo. De pequeño si recuerdo la imagen de algunos ancianos jugando a la petanca en los parques, pero ahora ya no la veo. No sé si será algo generacional, pero me apena en cierto modo ver que estas cosas van desapareciendo y que prácticamente solo son visibles para los ojos que realmente quieren verlo. Estoy seguro de que estas mesas de ajedrez pasan desapercibidas día tras día. Ojalá este texto inspire a que ese juego se produzca y pueda ser observador.
Sin embargo, si he sido testigo de miles de historias en parques igual a este, de miles de narraciones en una mesa como la que se muestra aquí y, sin lugar a dudas, todas esas historias tienen un desenlace, bueno o malo, pero un desenlace, al fin y al cabo. Una última jugada. Diciembre al final es eso, una última jugada para un jaque mate inminente, un fin de año, un fin de ciclo.
En este 2022 a mí, personalmente, me han sucedido muchísimas cosas, muy buenas y muy malas, como a todos imagino. Y es que el paso de los días son las jugadas que iremos haciendo en este tablero. Puede que en algunos momentos seamos peones y en otros debamos comportarnos como un escurridizo caballo o una protectora torre. Pero dejando esto atrás, lo importante es el resultado, el comentado fin de partida.
Así pues, desde aquí únicamente puedo decir una cosa. Aprovechad los días que nos quedan, porque aún tenemos todo el mes por delante para planear esa última jugada. No sabemos lo que vendrá en el año próximo, y no sabemos si será mejor o peor. Pero si aún estás a tiempo de acabar el año de la mejor manera, hazlo. Pide perdón si debes hacerlo, di un te quiero (que nunca sobra ninguno) y abraza a quién estimas antes de que este año llegue a su fin. No solamente ve a centros comerciales a comprar algo para regalar en las fechas que están por llegar. Prueba a regalar algo creado por tus manos. Algo palpable, algo en lo que pongas el corazón más allá del dinero.
Estamos jugando con el tiempo que tenemos. Demos entonces el mejor de los regalos que no es otro más que el tiempo del que disponemos. Y recuerden una cosa: el calendario siempre acaba haciendo jaque mate, aunque en la mesa no haya ni fichas ni jugadores.