Por Isabel Rangel, enfermera del Centro de Atención Primaria José María Llanos
La humanidad se enfrenta cada cierto tiempo a una crisis sanitaria de gran impacto. Podemos remontarnos, por ejemplo, al siglo VI d. C., cuando tuvo lugar la “plaga de Justiniano”, emperador que gobernaba el Imperio Romano en aquella época. Después, a mediados del siglo XIV, la peste bubónica se llevó por delante la vida de millones de europeos. La viruela en 1520 y la gripe española en 1918 también se saldaron con numerosas muertes.
Como somos proclives a repetir la historia, ahora llevamos más de un año inmersos en una pandemia que está provocando incontables daños físicos, económicos, laborales y emocionales.
Para salir de este trance, se están haciendo inversiones enormes en recursos materiales. Pero también cabe destacar la aportación de medios humanos de incalculable valor. Sí, valor y no precio.
Uno de los elementos con mayor poder sanador en estos momentos es la Literatura. Y no nos resulta novedoso. Ya en la Edad Media se recurría a los libros para tratar a enfermos mentales internados y durante la Segunda Guerra Mundial se montaron bibliotecas para los soldados. Poco a poco, se ha ido integrando la biblioterapia (disciplina científica reconocida en 1970) como herramienta de ayuda en otros ámbitos de la comunidad.
En un período tan hostil como el que atravesamos, reconforta comprobar que hay alternativas. El refugio en la lectura está sirviendo como válvula de escape para mitigar los efectos negativos de esta situación.
El encuentro con los libros
Este encuentro con los libros se ha conseguido por la combinación de varios factores. Por un lado, el confinamiento dio lugar a la necesidad de ocupar el tiempo en actividades que permitieran distraerse. Algunos nos lanzábamos a rescatar de las estanterías algunas obras que teníamos aparcadas y otros buscábamos la ansiada evasión en libros electrónicos. Por otra parte, muchos bibliotecarios de España consiguieron romper de forma simbólica los tabiques de las bibliotecas. Con gran esfuerzo y capacidad de adaptación, se encargaron de asumir una tarea encomiable: ayudar a descubrir otros mundos, acercar historias.
Alegraban los despertares de muchos niños y niñas con cuentacuentos telefónicos o mantenían a flote los clubes de lectura en formato virtual para hacer más llevadero el aislamiento a tantas personas que no podían mantener contacto físico alguno con sus allegados.
Como colofón a esta voluntad de hacer terapia a través de los libros, a finales de marzo de 2020 se creó la biblioteca ‘Resistiré’. El arte de cuidar y acompañar que caracteriza a la enfermería tomó su máxima expresión cuando un grupo de profesionales del hospital de IFEMA decidieron poner en marcha esta iniciativa. Lograron, gracias a la lectura, aliviar el sufrimiento, la incertidumbre y la soledad de los pacientes que se encontraban hospitalizados por Covid.
Aferrémonos, pues, al poder mágico de los libros para contagiarnos de la esperanza y el ánimo que tanto necesitamos.