Por Francisco J. García, Víctor Romero, Lara E. González, Isabel Rangel – Enfermeros/as del Centro de Salud José Mª Llanos
“Lo que peor he llevado ha sido el miedo de ver enfermar a algún familiar cercano”, recuerda Antonia, de 85 años. Ella, como todo un país, iniciamos una mañana del 14 de marzo de 2020 una nueva forma de ver la vida a través de las pantallas, de los cristales de nuestro domicilio. “Cada mañana me llamaba alguno de mis hijos para preguntarme como estaba, y en la tarde las vecinas nos asomábamos a las ventanas para charlar y llorar”, recuerda.
La hija de Luis tomó la decisión de volver a casa con su madre y su padre días antes del inicio del confinamiento. “Creíamos que sería poco tiempo, para estar sola en mi casa, iba a estar más tranquila”, dice. María, como muchas otras mujeres, decidió dar ese paso.
Dentro del sistema familiar, suele haber una persona que asume las tareas de cuidado básicas y aunque en ocasiones son varios los miembros de la familia que atienden al familiar, en la mayoría de los casos el peso del cuidado, al menos el peso principal, recae sobre una única persona, que con frecuencia es una mujer. “Yo salía de casa a comprar una vez a la semana, mi padre recogía la compra y mi madre, que ya no tiene fuerza en los brazos, nos daba alguna instrucción sobre la comida del día. Hemos formado un gran equipo, aunque ha sido duro en algunos momentos, es como volver a ser pequeña, pero con 50 años”, afirma.
Soledad escucha la radio desde que tiene uso de razón: “me acompaña, me hace estar al día”. Desde el verano, al igual que millones de personas en el mundo, espera con ansia la llegada de la vacunación. “Son importantes porque de pequeña no había y la gente moría sin cura, las vacunas ayudarán a frenar esta enfermedad”, explica.
Estas tres historias personales puede ser una buena representación de la vida de cualquier persona de nuestro entorno que ahora espera a ser vacunada en los centros de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid.
La vacunación
El día 24 de febrero volvimos a tener la responsabilidad desde los centros de Atención Primaria, como en otras grandes ocasiones, de vacunar a los mayores de 80 años de nuestra zona básica de salud. Lo hicimos rápido, sin tiempo que perder, con ilusión por demostrar a la población que, una vez más, la Atención Primaria es la puerta de entrada al sistema sanitario y devolver de alguna forma a Antonia, Luis, Soledad y a tantos mayores, la ilusión por continuar.
Luego, lo haremos con María, que ha decidido dejar su casa y volver a vivir definitivamente con sus padres: “el Covid ha traído nuevas formas de vivir”, dice.