Por Juan Sin Credo
Fue fuerte el azote de la borrasca Bárbara en Vallecas que desplegó una virulencia inusitada, después de haberse marcado el pasado miércoles 21 de octubre un nuevo récord de velocidad al registrarse en la estación meteorológica ráfagas de 98,2 kilómetros/hora. Árboles arrancados de cuajo, farolas retorcidas en un giro inverosímil, contenedores volcados en las aceras y el peligroso desprendimiento de las fachadas fueron los principales perjudicados de la furia desatada de la Naturaleza.
Una Naturaleza, en forma de pandemia, que se ha encargado de arruinar nuestros hábitos sociales más consolidados. Restricciones y más restricciones, muchas de ellas arbitrarias como las del confinamiento perimetral por áreas de salud. Arbitrarias en el sentido de que no se segregan zonas con el doble de casos que algunas de Vallecas. Un ejemplo es el barrio de Valdezarza, con 971 casos por cada 100.000 habitantes, lo que le convierte en el lugar con más incidencia acumulada en los últimos 14 días. Da que pensar que la causa pueda deberse a que allí se encuentre el club privado más exclusivo de España, el Real Club Puerta de Hierro.
Huracán de prohibiciones
Todo este huracán de prohibiciones en los usos tradicionales de convivencia, han convertido en un delito los acontecimientos que celebran los nacimientos o aniversarios, jubilaciones o funerales. Tal es el riesgo que se corre, en este aspecto, que en el pasado Día de Todos los Santos tuvo que pedirse cita previa para visitar la lápida de nuestros difuntos. Un tornado que arrasa con la dignidad de un homenaje honroso a toda una carrera dedicada a la enseñanza. Así le sucedió al catedrático de Geografía e Historia del Instituto María Rodrigo, Juan Ángel Argelina Díaz. Ni un simple abrazo, ni tampoco un brindis, solo un triste recuerdo a 35 años de entrega hacia las últimas generaciones de unos vallecanos cobijados con su apuesta siempre crítica y feroz contra el poder establecido frente a la incertidumbre de unos tiempos convulsos. La hora de unos días que nos envuelven el optimismo entre el légamo de las hojas secas humedecidas junto con la basura endémica de una Vallecas abandonada en todos los frentes de sus servicios públicos.
La única tabla de salvación en esa ceremonia fría de despedida consistió en el regalo de la última edición de ‘La Odisea’, libro con el que la editorial Blackie Books arranca su colección ‘Clásicos Liberados’, y en el que se da voz tanto a Nick Cave como a Ovidio, tomando la adaptación favorita de Borges para incluir, en una edición ilustrada a todo color, al gran Calpurnio. Tabla de salvación que se arrumbe, con la fortuna de unos vientos propicios, hacia las estanterías de nuestras bibliotecas en Vallecas, Ítacas para un futuro próximo sin la maraña de hojarasca sucia por una civilización decadente.