Y el Madrid pidiendo la hora en Vallecas…

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El Real Madrid celebró la victoria en Vallecas como si hubiera ganado la Champions. (Foto: M. MARTÍNEZ / VallecasVA)

L. Herrera / VallecasVA
El partido del Rayo frente al Madrid ha dado mucho que hablar, tanto que en la mayoría de las ocasiones hemos tenido que escuchar las opiniones de los medios afines al bando vencedor, como si en esta batalla los perdedores no tuvieran nada que decir.

El Rayo Vallecano ha protagonizado el partido más épico de la temporada, y lo ha hecho precisamente contra el equipo de un barrio de “al lado”: el Real Madrid. El conjunto de Chamartín llegaba a Vallecas en loor de multitudes, y con un despliegue policial que más recordaba a una cumbre del G7 que a un encuentro de fútbol. Vallecas resultaba tomada por la policía y los aficionados rayistas tenían que hacer todo un “tour” por las calles del distrito para poder acceder a su localidad en el estadio.

Ya sobre el césped, el Madrid, acostumbrado a los espacios grandes, no encontró acomodo en un campito pequeño -pero reglamentario, no lo olvidemos, y sufrió para conseguir el balón.

Para la memoria colectiva quedará la lamentable actuación de Sergio Ramos, cuyos continuos golpes y salidas de tono ante Diego Costa, sólo se pueden comparar en cuanto a calidad con la “torrija” emocional exhibida por Pepe, el otro “matón” del barrio de al lado, empeñado en convertir el fútbol en una batalla campal en la que el árbitro, en vez de pitar, debería actuar de oficio.

Los papeles parecían cambiados, Vallecas se convertía en el ostentoso Chamartín y el Madrid en una copia desdibujada de un equipo de amiguetes, cuyos jugadores paradójicamente no paraban de discutir entre sí.

Si Piti, Michu, Casado o Armenteros hubieran tenido algo de fortuna en sus remates, el ridículo habría sido tan espantoso que el libro publicado recientemente sobre la historia del Rayo habría merecido un anexo aparte.

Afortunadamente para los amantes de que todo siga igual, el gol de Cristiano puso las cosas en su sitio. El Madrid, que estaba inmerso en su particular ataque de nervios, se encontró con un “golazo histórico” con el que saciar su ego y el de una afición desaparecida en combate (según el propio Mourinho), y el Rayo descubrió que es imposible luchar contra los elementos, y menos cuando los elementos son como los que tuvo enfrente.

Con Pepe pidiendo la hora y Casillas fuera de su apellido, el colegiado tuvo a bien pitar el final cuando el Rayo estaba a punto de sacar su tercer córner consecutivo. Sabia decisión, tampoco era cuestión de alargar más la agonía de unos futbolistas a los que se ve muy acostumbrados a visitar grandes estadios, pero poco duchos cuando el desplazamiento es a un barrio del extrarradio en el que hasta la hinchada te deja sin palabras.

El Madrid ganó, como todo el mundo sabe, pero sufrió tanto que a Cristiano, el autor del gol, le llevó más de una hora pasar el control antidoping. Afortunadamente, bien escoltado por la policía en un Audi de Luxe, pudo salir de Vallecas, un infierno que no impedirá que el Madrid se convierta en el próximo campeón de Liga gracias a su gran golpe… de talonario.

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