‘El boxeo me cambió la vida’

n - r Sergio Sugar Romero, en su club de boxeo.
n - r Sergio Sugar Romero, en su club de boxeo.

ROBERTO BLANCO TOMÁS.

Sergio Sugar Romero, boxeador profesional vallecano de 33 años, decidía recientemente poner fin a su carrera deportiva para concentrarse en otros proyectos profesionales y personales. Para hacer balance de lo vivido y conocer sus planes para el futuro, nos acercamos por su gimnasio (Club de Boxeo Sugar Romero; C/ Sierra de Bobia, 19) y le hicimos esta entrevista.

 

¿Qué te atrajo del boxeo?

Yo era un chico algo “problemático”, y quería aprender a pelear, pero tuve la grandísima suerte de dar con una persona íntegra, que no fomentaba la violencia. Cuando vio cómo utilizaba yo lo que me estaba enseñando, me dijo: “aquí no vas a entrenar más si vuelves a tener algún conflicto en la calle”… Entonces para mí fue eliminatorio…

O sea, que esto te cambió la vida…

Sin duda. Lo primero porque gané mucha seguridad en mí, y no necesitaba demostrar nada… Ya salía cansado de pelear en el gimnasio, gastaba allí mi energía, y fuera de él lo que quería era estar tranquilo. La verdad es que tuve mucha suerte, porque no en todos los sitios se genera ese tipo de disciplina… De hecho, sigo vinculado con Sao, mi entrenador, que trabaja en mi gimnasio… Empecé con él haciendo kickboxing, vio en mí cualidades y me puso a hacer boxeo solo, que era lo que me gustaba realmente… Comenzó a llevarme a hacer combates fuera, y me presentó a otro entrenador de boxeadores profesionales, en Fuenlabrada. Allí iba al Club Coraje, a entrenar con Luis Muñoz. Empiezo con 17 años, y mi vida desde entonces hasta los 33, cuando decido acabar mi carrera profesional, ha sido completamente por y para el boxeo.

¿Cómo recuerdas tus inicios en competición?

Bueno, en el momento en que llego al Club Coraje rápidamente me empiezan a salir combates y comienzo a brillar. Vivo una etapa muy buena en la que tengo como 15 combates amateur, de los cuales gano 12… Hago campeonato de Madrid y de España, saco medalla en los dos (plata en Madrid y bronce en España), y de ahí me ofrecen pasar a neoprofesional. En mis primeros combates dejé una sensación fresca, de un boxeador muy dinámico, “bonito de ver”, muy estilista, rápido, descarado, que baja las manos, enseña… Entonces empecé a generar bastante expectación. En cuanto a categoría, la medalla de bronce la conseguí en peso gallo, hice mis primeros combates profesionales en supergallo, luego pasé a pelear en pluma, e incluso lo he hecho en superpluma.

Repásanos un poco los hitos más importantes de tu carrera…

He hecho en torno a 50 combates, de los que habré ganado unos 35… He sido campeón WBC Latino, lo que me puso entre los diez primeros del mundo. He disputado el campeonato de España en tres ocasiones, dos de ellas combate nulo, y es un poco la espinita que me queda, pues me sentí “privado” de algo que era mío; fue un resultado muy extraño que generó mucha polémica. A nivel profesional, de lo que más he disfrutado ha sido de representar a mi país cuando he salido a pelear fuera, en Polonia y en Hungría… Fue con dos campeones, y no había título en juego; uno era campeón de Hungría y otro campeón del mundo WBF, dos invictos. Creo que han sido mis dos mejores combates, en Youtube están… En uno me dieron empate, combate nulo, derribando a mi rival dos veces, y en el otro me dieron perdedor. Para mí el resultado nunca ha sido lo más importante, porque al final hay muchos intereses dentro del boxeo que no están a cargo tuyo: tú subes arriba a dar todo, y ya está. Otro gran combate fue en el que quede campeón de WBC Latino, con Kiko Amarillo, un pedazo de boxeador que venía con muy buen ranking. Fue en 2014, en el Palacio de los Deportes: una pelea muy bonita y mi mayor logro.

¿Cómo decides retirarte?

Yo debuté como profesional con 25 años. Entonces no tenía ninguna carga familiar, ni un negocio… Pero con 28 años me convierto en papá de Valeria, y ya para mí entra un gran peso al perder mucho tiempo de ver a mi hija por entrenar. También en 2013, el mismo año en que nace mi hija, monto mi negocio, así que ese año es un punto de inflexión en mi vida, en la que entra más presión porque me obliga a estar en muchos lados a la vez, y empiezo a perderme cosas por continuar vinculado al boxeo: a nivel personal, como padre, como empresario… Date cuenta de que son dos entrenamientos diarios, de lunes a sábado, once semanales, más luego las competiciones, las dietas… Entonces le digo a mi mujer que cuando nazca nuestro segundo hijo me retiro, que todavía no lo estábamos buscando y que luego fue hija. Y bueno, cuando ha llegado Martina, he querido ser consecuente con lo que dije, y he decidido retirarme. Eso sí, yo tenía la necesidad de que mis hijas me vieran encima del ring, pues en él ha conseguido su padre cosas muy bonitas: montar un negocio, sacar a una familia adelante… Así que organicé mi despedida y subí a mis hijas al ring después del combate, en el que gané por K.O. en el segundo round. Mis hijas me vieron ganar y pudieron contemplar ese cariño que la gente muestra hacia mí, y fue un día muy especial, pues no solo me despedí, sino que además cumplí un sueño.

¿Cómo afrontas esta nueva etapa?

Bueno, no ando ya con prisas, tengo más tiempo para mis hijas, continúo activo y mi nivel de entrenamiento sigue siendo bueno, pero el hecho de entrenar solamente cuando yo quiera y poder centrarme en mi club de boxeo, estar fresco de mente para venir a aportar mi mejor versión, y luego tener fuerza y ganas de jugar con mis hijas sin estar cansado por tener que entrenar o por haber recibido algún golpe… pues hace que sea una etapa muy cómoda para mí. Mi última pelea fue el 14 de abril, y al principio me ha costado un poco el cambio, pero en cuestión de un mes he regulado mi actividad. También es una etapa muy bonita, porque ahora puedo enseñar todo lo que durante mucho tiempo y esfuerzo he aprendido… Lo malo del boxeo es que aprendes a golpes [risas], y tengo la ventaja de no haber resultado dañado, porque podría haber continuado tres o cuatro años más, en los que habría seguido recibiendo golpes y dañándome. No añoro esa vida, porque he cumplido los tiempos que yo había establecido: he valorado lo que quería hacer, y creo que lo he hecho muy bien, aunque todo el mundo decía que no lo hiciera, que era pronto, que era joven… Creo que he sido consecuente conmigo mismo.

Claro, estás en una edad estupenda para desarrollar un negocio, que además no has empezado ahora, pues llevas ya cinco años con él… ¿Qué tal con los chavales?

Estupendamente, la verdad es que tengo el gimnasio orientado no tanto al boxeo de competición como para el boxeo “de bienestar”, un deporte muy bonito en el que se aprende mucho… Y quiero animar a todo el mundo a que se acerque a los gimnasios de boxeo, que ya no da miedo entrar… Yo recuerdo cuando empecé, y entonces daba miedo de verdad: eran guetos, había gente conflictiva… Ahora tengo a la mamá que viene con su hijo, el papá que viene con su niña… La verdad es que ha cambiado completamente el boxeo. Es un deporte para todo el mundo, porque casi todo el mundo quiere estar en forma, perder peso, encontrarse cómodo, y al final te genera un punto de bienestar físico y emocional, y también seguridad… Si tienes una edad más avanzada tendrás unas limitaciones mayores, si tienes más peso te costará más bajarlo, pero todo el mundo es capaz de llegar a ese momento óptimo de encontrarse saludable. Al final no queremos hacer boxeadores: queremos hacer personas saludables. Aparte de la confianza y la seguridad: el boxeo genera personas, niños o adultos, más seguras.

Aparte, en mi gimnasio hago especial hincapié en el boxeo sin contacto, por lo que quiero acabar con ese mito de que practicando boxeo te van a romper la nariz o algo así… A cualquier lector de esta entrevista simplemente le diría: “pierde el mido al boxeo, pruébalo”.

 


Imagen: R.B.T.

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