Verdecillo

Vallecas VA publica el trabajo ganador del Concurso de Relatos del Instituto Santa Eugenia 2025

Por Javier Ortiz Urda, alumno de 1º de la ESO del IES Santa Eugenia

Había cuatro huevos. Todos azulados menos uno, que era verdoso. Mamá canaria lo quiso llamar Verdecillo. A las dos semanas nació el polluelo de canario, que desde el primer momento estaba deseando dejar su nido, porque éste era muy pequeño y angosto. Apenas cabían él y sus hermanos. A pesar de que vivía en una hermosa y espaciosa jaula, situada en una bonita habitación y con unos cuidadores humanos muy amables, Verdecillo deseaba ver el mundo exterior.

La barrera impenetrable
Mientras que su madre los cuidaba, su padre, que era más viejo y sabio, les contaba lecciones que aprendió en su juventud: «no comáis más de media hoja de lechuga, pues os dolerá la tripa» y «no voléis muy alto, pues perderéis la jaula de vista.»
Un día Verdecillo le preguntó a su padre:
—«¿Qué es lo que hay fuera en el mundo exterior?»
Su padre le contó el paraíso que había fuera de las paredes de la habitación:
—«Allí fuera hace calor, te puedes bañar y además viene el amigo gorrión a saludar. Pero nunca salgas por ti solo, porque podría ser peligroso. Apenas me acuerdo, pero en mi juventud intenté salir por el cuadro luminoso, pero aquello era una trampa. Me estampé contra él sin poder pasar y me caí por detrás del radiador. Malherido, los humanos me sacaron de allí. Por tanto, recuerda hijo: solo sal si te sacan los humanos.»

Verdecillo se alza en vuelo
Un día, los humanos abrieron la puerta de la jaula para cortarle las uñas al padre de Verdecillo, Perico. Éste, aterrorizado, salió de la jaula alzándose en pleno vuelo. Verdecillo, que admiraba a su padre, decidió salir él también.
—«¡ Allá voy, papá!»
Fue increíble. Verdecillo salió de un brinco y batió las alas con fuerza hasta llegar a su padre. Todos sus hermanos lo aplaudieron, y el padre le dijo:
—«Estoy orgulloso de ti, hijo.»
En cambio, mamá se enfadó por haber salido sin permiso.

Verdecillo desobediente
Subidos en la estantería, Verdecillo le dijo a su padre:
—«Papá, vamos a volver probar, a ver si esta vez cruzamos la barrera impenetrable.»
Su padre, aterrorizado, recordando su caída cuando era joven, fue tras él.
Antes de que su padre le parara las alas, Verdecillo se estampó contra el cuadrado luminoso, a lo que los humanos llaman ventana, y cayó.
Justo en ese momento, mamá llegó volando y le recogió en sus alas. Mientras tanto, los hermanos vitoreaban a su madre y los humanos lloraban pensando que la cría se iba a ir a la porra. Por suerte, todo salió bien, aunque Verdecillo se llevó una buena reprimenda.

Verdecillo se hace adulto
Verdecillo se disculpó y no volvió a visitar el cuadrado luminoso. Aprendió mucho durante sus primeros meses de vida: empezó a comer alpiste, aprendió a cantar como su padre, a peinarse las plumas… también aprendió a volar majestuosamente. Era el canario más admirado entre todos sus hermanos.

Verdecillo es libre
Cuando estuvo preparado para partir, Verdecillo se despidió de sus padres y hermanos. De un salto, salió de la jaula y se fue volando hacia el horizonte, mientras papá y 00mamá lloraban de emoción.
Verdecillo alcanzó por fin su sueño: ser libre.
Fin

«A mi profesora de Lengua, que me ha hecho disfrutar de su asignatura».

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.