Ya estamos en julio y en breve llegará agosto. Ya quedó muy atrás el Estado de Alarma y no hay que llevar obligatoriamente las mascarillas al aire libre. Mucho más lejos quedó el confinamiento, el inicio de la vacunación masiva e indiscriminada, las consecuencias más extremas de la Covid y de su tratamiento … Todo ello ha supuesto un antes y un después en nosotros mismos y en la especie humana, principalmente porque nos ha tocado a todos y en todo el planeta. De esta experiencia podremos sacar algún aprendizaje. Seguro que todos conocemos a algún familiar o buen amigo que nos haya dicho: “a mí, todo esto, me ha cambiado la vida”.
Tenemos unas perspectivas de que la situación anímica en general y económica va a ir a mejor. Pero nunca va a ser como antes, el mundo cambió y nos ha cambiado a nosotros. ¿Qué estamos aprendiendo de todo esto?, ¿qué es lo más importante y positivo que podemos sacar?.
Se ha evidenciado que hoy, más que antes de la Covid, está la posibilidad de escribir la propia historia y la colectiva. Hoy, ese escribir puede ser con una profundidad y sobre todo con una trascendencia inusitada nunca antes dada.
Así que, por qué no empezar por preguntarnos y ojalá respondernos: ¿qué es lo que realmente necesito cambiar en mí, en mis pensamientos y en mi conducta, para ser más libre y feliz y por lo tanto aportar en esa dirección a mi gente? Es necesario hacernos esa pregunta y todos podemos intentar responderla. Esta sencilla reflexión puede cambiarnos la vida.
Aprovechemos estas semanas, observémonos en nuestra relación con los demás, en los pequeños hábitos cotidianos y en los detalles, ya que ahí está todo, lo terrenal y lo eterno, lo profano y lo sagrado, lo efímero y lo trascendental, y lo mejor y lo peor de uno. Depende de la mirada que cada uno le ponga.
Un nuevo ser humano ya está aquí. Crecientemente se despliega en nosotros y ante nosotros. Decidamos vivirlo.