Por Pedro Lorenzo
«El desconocido», adaptación de Yolanda Pallín de la novela de Carmen Kurtz, Premio Planeta 1956, se presenta como una propuesta que rescata un episodio significativo de la posguerra española. La obra parte de un hecho real: la llegada a Barcelona, en 1954, del buque Semiramis, que repatrió a los soldados de la División Azul, tras largos años de cautiverio en los campos soviéticos. Pallín construye una adaptación fiel y sensible que subraya la vigencia del texto de Kurtz y su capacidad para explorar la intimidad de quienes regresan marcados por el dolor.
El núcleo dramático es el reencuentro entre Doménica y Antonio. Ella ha mantenido viva la espera durante 12 años, pero el hombre que vuelve ya no es aquel que partió. Transformado por el trauma, Antonio encarna literalmente a «el desconocido», alguien que debe recomponer su vínculo con una vida que ya no reconoce. Este conflicto emocional sostiene la trama y dota a la obra de una fuerte carga humana.
El elenco ofrece interpretaciones sólidas y precisas. Boix y Agustí aportan intensidad y matices, mientras que Elena González, en el papel de la madre, y Mariano Llorente, como el padre, enriquecen el retrato familiar con verdad y contención. Junto a ellos, la escenografía de Blanca Añón y la iluminación de Pilar Valdevira generan una atmósfera sobria y tensa, coherente con la dureza de la historia. La música original de Benigno Moreno acompaña con discreción y profundidad.
La dirección de Laura Gamo guía el montaje con equilibrio, potenciando la emoción sin caer en excesos. ‘El desconocido’ funciona no solo como evocación histórica, sino como reflexión vigente sobre los exilios, los retornos imposibles y la distancia que crece entre quienes han vivido experiencias límite. Un montaje sensible y altamente recomendable.
