Ignacio Marín (@ij_marin)
No sé a ti, pero esta libertad que se ofrece como panacea para el 4 de mayo me huele a chamusquina. Es como estar frente a un trilero, no sabes cómo, pero te va a terminar timando. Sospecho que hay gato encerrado, pero además, el gato encerrado es el de Schrödinger: es libertad y no es libertad al mismo tiempo. Porque no se le puede llamar libertad a los derechos que se ejercen pagando.
Seamos claros: que se asfixie a la sanidad pública privándola de recursos para que nuestra única opción sea pagarla, no es libertad, es una trampa. Tanto para los ciudadanos, como para los sanitarios a los que tanto aplaudimos, a los que tanto debíamos… hasta que nos cansamos. Que la única manera de salvar la economía sea llenar los bares, abriendo nuestras fronteras de par en par, no es libertad, es burlarte del consenso científico internacional y perpetuar la idea de que nuestro modelo se ha de basar en el turismo.
Exigir bajadas de impuestos con la excusa de pegarle un tijeretazo al Estado del bienestar cuando más lo necesitamos tampoco es libertad. Bueno, sí, tu libertad de ir a engrosar las colas del hambre cuando te apetezca. Burlarle 600 millones de euros de subvenciones a las empresas con la excusa de las elecciones, siendo la única autonomía que no entrega ayudas directas, no es libertad. Bueno, sí, tu libertad de echar el cierre a tu negocio cuando ya no puedas afrontar los gastos.
- Es una de esas palabras tan manoseadas que terminan perdiendo su significado para adoptar el que quieren los que se autodenominan sus defensores
Parece que tienen tan poco claro el concepto de libertad como el de gobernar. Porque gobernar una comunidad autónoma no es hacerle la oposición a la administración central. No es rebatir todas y cada una de sus medidas, no es boicotear las decisiones tomadas por la mayoría de las comunidades. Bien merece el gobierno central una oposición, y muy crítica, pero hacerlo utilizándonos a los madrileños como rehenes es una infamia.
Esta breve legislatura, fértil en cuanto a enfrentamientos, insultos y menosprecios al rival, resulta yerta en cuanto a actividad legislativa. ¿Para qué gobernar la región más próspera del país si es más rentable la crispación? Y para hacerlo sin ambages, sin ningún complejo, qué mejor que soltar el poco lastre moderado y buscar el pacto con la derecha más radical.
Otros curiosos interpretadores de la libertad, que reinventan de paso el patriotismo. Si eres un misógino, un racista, un defraudador y un intolerante, no solo eres un patriota, sino también un adalid de la libertad. Todavía sigo queriendo escucharles una sola medida a favor de trabajadores como los de nuestro barrio, al que, por cierto, llamaron estercolero multicultural.
En fin, la libertad es una de esas palabras tan manoseadas que terminan perdiendo su significado para adoptar el que quieren los que se autodenominan sus defensores. En su difuso imaginario, la principal libertad es la de continuar perpetuando sus privilegios. Porque no sé a ti, pero a mí me han engañado tantas veces los trileros de la libertad que ya me los veo venir. Y esta vez, vienen con total descaro.