Por Raúl González
Izan Morales, con solo 6 años de edad, se proclamó campeón de Madrid de la categoría olímpica de BMX race el pasado 9 de mayo. Este joven madrileño procedente del barrio de Entrevías ha conseguido este premio con esfuerzo y dedicación, encontrándose así a la espera de que su trabajo sea recompensado en los campeonatos mundiales.
Los inicios de Izan Morales en el BMX race estuvieron ligados a los gustos desde pequeño de este joven deportista por las motos y las bicis y, en general, por todo aquello que tuviera dos ruedas. Su andadura comenzó junto a su padre en una mini moto. Sin embargo, cuando cumplió cuatro años, su familia decidió apuntarle a clases extraescolares en una escuela de motocross.
“Todas las escuelas estaban muy lejos, por lo que decidimos llevarle al Club Olímpico BMX Madrid, que imparte clases de BMX Race cerca de Méndez Álvaro, un lugar próximo a nuestra casa”, recuerda su padre, Rubén Morales. Izan, tras probar este deporte por primera vez, quedó maravillado. No obstante, para sus padres y para él mismo, los estudios son lo principal para formarse de cara al futuro por lo que compagina ambas cosas. Este joven vallecano siempre acude en bicicleta a todos los lugares, por lo que su pasión va más allá del ejercicio físico. “Este deporte le aporta tranquilidad, disciplina y el mantenerse concentrado en las enseñanzas de sus profesores”, añade.
Un título nunca imaginado
Sin embargo, esta práctica deportiva no tiene la visibilidad que merece, a pesar de ser olímpico. El nivel en España es muy alto, por lo que el campeonato de Izan adquiere una importancia mayor. “No me imaginaba nunca este título, debido al nivel que hay en este país, pero al ver sus primeros resultados en las diferentes competiciones, sabíamos que Izan tenía algo más”, asegura su progenitor.
Además, el deportista precoz de Entrevías quedó tercero en la final de la Copa de Madrid, y en las cinco mangas anteriores, tres primeros y dos segundos. En Castilla la Mancha, la semana siguiente al campeonato, quedó segundo, por lo que la evolución es positiva. “Lo que más me gusta es esa felicidad y esa sonrisa suya debajo de su caso, cuando entrena y corre. Mi hijo es todo y me encanta verle disfrutar”, concluye Rubén.