Imaginemos que creemos a pies juntillas que, en 20 años, en el 2044, este planeta ya estará “encarrilado”. Es decir, que claramente estemos dejando atrás tanta violencia enloquecida que estamos viviendo en tantos aspectos y en todo el mundo.
Imaginemos por un momento que creemos que ese mundo en algún momento habrá de llegar. Porque sería espantoso y totalmente deprimente pensar que nunca el ser humano llegará a construir una sociedad humanista.
Entonces, ¿por qué no creer que estamos ya al final de ese oscuro período que tantas veces se ha dado en la historia del ser humano y que siempre fue la antesala del alumbramiento de un “nuevo amanecer”?
Una de las singularidades de este preciso momento histórico que vivimos es la mundialización. Hoy la crisis se vive en todo el planeta. El núcleo de esta crisis es la caída estrepitosa de un esquema de valores que contamina todo y que está basado exclusivamente en la posesión del dinero y en el uso indiscriminado de la violencia. La otra gran singularidad es la vertiginosa velocidad a la que va todo. Seguro que hoy no hay nadie en el planeta que pudiera aventurarse a dibujar cómo será la sociedad de dentro de 10 años.
Por ello, se abre una tremenda necesidad, una ventana de oportunidad, como nunca antes se haya dado en el ser humano: que ese futuro mundo sea el resultado de la construcción desde lo mejor de cada uno, con uno mismo, con su familia, amigos, compañeros, vecinos … y que eso se dé en millones de barrios, de comunidades y en todo el mundo.
Entonces, por qué no ser lo más osado posible y revelarnos internamente contra esa imagen de fatalismo, de falta de salidas, de falta de futuro, y decirnos con convicción y resolución: “yo, junto con mi gente, hacemos nuestro este reto en el horizonte de los próximos 20 años y encarrilamos este mundo”.
Esta es una invitación a hacerlo juntos desde nuestros queridos barrios vallecanos. Ha de irse expresando en la cultura, en el arte, en el deporte, en la música, … y ha de ir cogiendo tal fuerza que no pase indiferente a la mirada ingenua de quienes tenemos al lado.