Por Ignacio Revuelta y Daniel García, Red Atención Primaria Vallecas
“Me ha dolido un poco cada paciente que visto hoy, la desigualdad entre centros es insoportable”. Elena es médica de familia y, junto con otras 5 profesionales más, ha pasado consultas de refuerzo el pasado 4 de diciembre en el Centro de Salud Vicente Soldevilla. Su presencia en el centro formaba parte de una jornada de apoyo que ha puesto en marcha la Red de Profesionales de Atención Primaria de Vallecas para denunciar la crítica situación del centro. Ante la falta de respuestas de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso y de la Gerencia de Atención Primaria, profesionales de otros centros de Vallecas se han autoorganizado para acudir a pasar consulta los días 4 y 12 de diciembre y visibilizar así la carencia de profesionales que sufren en el Soldevilla.
“Este centro siempre había funcionado muy bien”, decía una vecina del barrio. Ya no, es imposible que un centro al que le faltan seis de nueve profesionales que debería haber en el turno de tarde pueda funcionar bien. Es imposible cuando más de 5.000 pacientes no tienen médico asignado, cuando algunas tardes hay una, dos médicas o directamente no hay ninguna. No es posible mantener la continuidad asistencial, esa continuidad que ha demostrado reducir hasta en un 25% la mortalidad gracias al conocimiento mutuo que se da entre médico y paciente. Estrella, otra médica que acudió a apoyar al equipo del Soldevilla, contaba que había renovado el visado caducado de la medicación para la diabetes de un paciente que llevaba cuatro meses sin tomarla, porque sin ese visado no se la dispensan en la farmacia. Es impensable que esta situación no tenga repercusión en la salud de las personas y del barrio.
El Vicente Soldevilla es un “centro en crisis”. Así denomina la consejería a los centros de salud en los que, de forma prolongada en el tiempo, meses o incluso años, hay un número importante de plazas de medicina de familia y pediatría sin cubrir. Campo de la Paloma en Vallecas, Abrantes, Carabanchel Alto y Nuestra Señora de Fátima en Carabanchel, Los Rosales en Villaverde, Panaderas, Parque Loranca, El Naranjo en Fuenlabrada… También en Alcalá de Henares o Torrejón, pero la mayoría en la zona sur de la región. ¿Tienen menos derechos los vecinos y vecinas de los barrios del sur? ¿Es justo que pagando los mismos impuestos reciban menos servicios? Para hablar de la inequidad con la que frecuentemente prestamos la atención los servicios sanitarios solemos citar la “ley de cuidados inversos” enunciada por Julian Tudor Hart en 1971 que dice que “la disponibilidad de una buena atención médica tiende a variar inversamente a la necesidad de la población asistida”. Sin duda, en estos barrios se cumple cruelmente esta ley, pero también se viene a cumplir una especie de “ley inversa de Robin Hood”, porque las personas con menos recursos están contribuyendo con sus impuestos a pagar los servicios de ciudadanos más acomodados (incluso becas para estudiar en colegios privados), mientras ellas cada vez reciben menos servicios. En este caso, una peor atención sanitaria.
Faltan manos y energías
“Cuando he visto llegar esta mañana a Estrella y a Alfonso me he emocionado, la verdad… Y luego he visto a Carmen, y Nacho y Ana haciendo de apoyo y sostén colectivo, y luego han venido Icíar, Marisa y Elena, que no las he visto, pero como si lo hubiera hecho…”. Dani es médico del Soldevilla. Ni él ni el resto de profesionales del centro están bien. Intentan sacar adelante una ingente tarea para la que faltan manos y flaquean las energías. Hay días con agendas de 70-80 pacientes, porque no quieren que nadie se quede sin atender, aunque el desgaste y el nivel de estrés sea insoportable. Muchos profesionales ya no tienen cita disponible hasta dentro de un mes y no hay perspectivas de mejora ni a corto ni a medio plazo. Las colas delante de la Unidad Administrativa se alargan día a día, igual que la frustración y la desesperanza. Las consultas de enfermería cada vez se ven más afectadas por este desborde colectivo. Y las tensiones se acumulan y desgastan al equipo.
“Ya no estoy para estos trotes”, comentaba María José detrás de la pequeña mesa en la que acudieron a recoger firmas de las vecinas y vecinos del barrio para demandar que se busque una solución para la carencia de profesionales del centro. A María José también le duele el Soldevilla. Ha sido enfermera del centro muchos años, y junto con sus compañeras de la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública de Vallecas y de las Asociaciones Vecinales, lucha a diario por el derecho a una atención sanitaria digna para todas, para que la injustificable desigualdad que aqueja este modelo de sociedad no se cebe en las personas y en los barrios más vulnerables. Como en el Soldevilla, también hacen falta manos en la defensa de los derechos fundamentales
“Tenemos la mejor sanidad de la Unión Europea”, “No había oído en mi vida que los madrileños piensen que su sanidad es mala”, “Madrid aporta casi el 70% de lo sufraga los servicios públicos en España”. Todas son frases de la presidenta de la Comunidad de Madrid, ninguna de ellas cierta. Si fueran ciertas, los madrileños no suscribirían un seguro privado de salud, lo que ya se ha visto obligado a hacer el 40% de la población (muy por encima de la media nacional). Cuesta entender que una comunidad que presume de ser el motor económico de España, se muestre incapaz de conseguir que sus centros de salud tengan profesionales sanitarios para atender a sus ciudadanos. Lo peor de esta situación es la normalización. No hay prisa, no es una prioridad. “Es que no hay médicos” es la frase con la que los responsables se encogen de hombros y despachan el problema mientras sentencian a estos “centros en crisis”. ¿No hay médicos o no hay médicos que quieran trabajar en estas condiciones? Hay médicos y médicas de familia, pero están en otras comunidades, en el extranjero o trabajando en las urgencias de los hospitales. ¿Soportaríamos que faltase el 60% de un turno de bomberos, de policía o de profesoras en un centro educativo?, ¿o pediríamos cuentas a los responsables de su gestión? Tal vez es que a Isabel no le duele el Soldevilla y, sobre todo, no le duelen las personas de estos barrios que no pueden costearse un seguro privado de salud.
Nos duele el Soldevilla, nos duele el Campo de la Paloma. En Vallecas nos duele la desigualdad, que la salud y las vidas de las personas de nuestro barrio cuenten menos que las de otros barrios. Nos duele ver lo mal que lo están pasando los y las profesionales de estos centros. No podemos aceptar la indiferencia y la normalización de esta situación. Tal vez a Isabel no le duela el Soldevilla, pero gritaremos juntas para que al menos le duelan los oídos. Y luego que pruebe a pedir cita en alguno de los “centros en crisis”.