Por Adriana Sarriés
Un título como éste es sencillo y queda “redondo”. Argumentarlo es otra cosa. Disculpad mi atrevimiento. Inevitablemente, hacer este comentario tiene como telón de fondo la guerra entre Ucrania y Rusia y cuantas fuerzas acompañan este drama. No entraré en ello directamente, aunque las noticias de cada día nos llenan de pena y de impotencia. Sólo mencionar lo obvio: sin lugar a dudas, estamos viviendo a consecuencia de esta guerra una profundización de la crisis energética, subida de los precios y materias primas, agravamiento de la pobreza, de la desigualdad social y un mayor enlentecimiento de las medidas urgentes que los países deben tomar con respecto a la crisis climática. Espiral de inflación y endeudamiento. Todo esto ya nos pone en la pista, son argumentos …
No quiero escribir sobre complicidades de unos u otros Estados, errores, pasividad, cambios de alianzas, cambios estratégicos y crecimiento de las industrias armamentísticas. Y tampoco entraré en cosas que hace años no eran guerras y ahora sí lo son: aspectos esenciales de la economía y de nuestro futuro y del futuro europeo y mundial. No lo haré, porque no estoy capacitada y, sobre todo, porque la intención de este comentario es otra, concretamente ésta: expresar que las guerras son el máximo exponente del odio, del fracaso de la diplomacia, del diálogo y el respeto hacia otros seres humanos y de la ambición. El máximo exponente de la indignidad humana. Condeno sin paliativos las guerras.
A lo largo de estos meses, he oído y leído cosas como que la paz no es un “voto piadoso” de la historia de los pueblos. Y se hace repaso de muchas historias de países que han sufrido o sufren por diversas causas. De algún modo, dejan entrever que lo que está ocurriendo se puede entender y acaso ¿justificar? No entro en ese juego. Las guerras son inaceptables desde todo punto de vista. Ningún análisis, por concienzudo y solvente que parezca, puede concluir que las invasiones, los agravios y las guerras son caminos inevitables. Sería el final de la ética y de la razón. No existen argumentos válidos.
Permitidme traer a tres personas, bastante olvidadas actualmente, que en su tiempo y respectivos países redujeron tensiones y odios, y señalaron rutas pacíficas. Se llamaban Martin Luther King (1929-1968), Nelson Mandela (1918-2013) y Mohandas Gandhi (1969-1984). En el análisis de los tres podemos encontrar elementos que nos gustarán más o menos. Pero lo indiscutible de los tres es que vivieron obstinadamente realidades durísimas con un discurso y un compromiso por la paz, con herramientas de diálogo y defensa del valor del ser humano. Ni todo lo hicieron bien, ni todo les salió bien, pero los resultados fueron valiosos. Los reconocemos como personas de grandes aportes a sus países y al mundo.
El próximo 20 de noviembre, de 11 a 14 horas, tendrá lugar en la Plaza Roja el Encuentro Artístico ‘Por la paz, no a las guerras’, un lugar de reunión sencillo, abierto a la participación de todos los vecinos, en el que habrá, música, payasos, mimos, retratos, entre otras actividades.
Testimonios
Quiero reforzar este posicionamiento con el testimonio de personas de nuestro tiempo (vivas y fallecidas), incluso personajes de ficción. Personas y personajes respetados por su coherencia.
Noam Chomsky (refiriéndose a Ucrania-Rusia): “La única forma de saber si existe la posibilidad de una solución política en Ucrania es intentándolo”.
Erich Hartmann: “La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”.
Mafalda: “Si los cobardes que deciden las guerras tuvieran que ir a pelearlas viviríamos en paz”.
Papa Francisco: “Es una absurda contradicción negociar la paz y al mismo tiempo promover o permitir el comercio de armas. Acabemos con esta situación”.
María Montessori: “Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz, la gente educa para la competencia y este es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para cooperar y ser solidarios unos con otros, ese día estaremos educando para la paz”.
Eduardo Galeano: “Ninguna guerra tiene la honestidad de confesar: yo mato para robar. Las guerras siempre invocan nobles motivos, matan en nombre de la paz, en nombre de Dios, en nombre de la civilización, en nombre del progreso, en nombre de la democracia y si por las dudas tanta mentira no alcanzara, ahí están los grandes medios dispuestos a inventar enemigos imaginarios para justificar…”.
El Roto: “Las causas de las guerras suelen ser inventadas, pero los muertos son verdaderos”
¿Qué añadir? Nada, pensar. Invitaros a construir rutas pacíficas.
“Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos”, Martin Luther King, junio de 1963.
Cuando los nazis vinieron para llevarse a los judíos, yo no hice nada porque era pacifista.
Cuando los nazis vinieron para llevarse a los homosexuales, yo no hice nada porque era pacifista.
Cuando los nazis vinieron para llevarse a los sindicalistas, yo no hice nada porque era pacifista.
Cuando los nazis vinieron por mi, dejé de ser pacifista pero ya era tarde.