Por Sixto Rodríguez Leal
En la mañana del 11 de agosto falleció en Madrid José Miguel de Prada Poole a los 83 años de edad. Pionero, adelantado a su tiempo y visionario en la historia de la arquitectura, acabó ocupando un puesto como uno de los más singulares y alejados de la norma del siglo XX en España.
Doctor Arquitecto y Profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid y Profesor invitado del prestigioso MIT (Massachusetts Institute of Technology), así como de diversas escuelas de Arquitectura de Canadá, Venezuela o Chile. Fue uno de los máximos expertos españoles en Urbanismo y Arquitectura Bioclimática, Estructuras ligeras y Arquitectura neumática. Se puede considerar como uno de los primeros arquitectos que acuñaron términos como la sostenibilidad dentro de un ámbito puramente arquitectónicos. Todas sus obras minimizaron el consumo energético o fueron capaces de generar microclimas por sí mismas. En 1975 recibió el Premio Nacional de Arquitectura.
Algunas de sus obras más destacadas fueron: Instant City o ciudad hinchable de Ibiza en 1971, creada con motivo del VII Congreso de la Sociedad Internacional de Diseño Industrial; la sede de los Encuentros de Arte en Pamplona en 1972; y Helioton de Sevilla en 1973 y para la Expo 92 El Palenque.
Fue responsable de otros fabulosos proyectos como Atlántida, una ciudad marina flotante y autosuficiente. Asimismo, estuvo muy involucrado con el arte contemporáneo y participó en dos proyectos determinantes como el Seminario de Generación Automática de Formas Plásticas del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, creado en 1966 y embrión del arte cibernético español, y los Encuentros de Pamplona de 1972.
Sobre su trabajo quizás lo mejor sea transcribir sus palabras: “Siempre me ha molestado pensar en la arquitectura como algo imperecedero, como si fuéramos egipcios, asirios o caldeos… Yo prefiero que mis obras dejen una huella en la memoria de las personas, y que cada cual las recuerde a su manera. No echo de menos ninguna de mis construcciones. La imagen mental que guarde la gente que estuvo en ellas o las vio alguna vez es mucho más interesante y hermosa. Y además hay un problema de escala: hoy, cualquier obra que se haga en Manhattan o cualquier rascacielos de los países árabes empequeñece a la pirámide más grande. En cambio, las ruinas serán siempre impresionantes. El Foro de Roma lo es mucho más así, tal como está ahora, que si estuviera nuevo. Raimund Abraham hablaba de “construir para la eternidad” ¿Qué egolatría! Si tienes un poco de cabeza, es mejor no dejar ni rastro”.
José Lebrero lo definió como “un arquitecto maldito. En España no sólo no se conserva obra suya, apenas algo en Madrid, sino que tampoco se ha publicado nada sobre su trabajo”.
A este hombre tuve la fortuna de conocerle en el círculo del Filósofo Juan Blanco y compartir con él tertulias donde disfruté de su simpatía y magisterio y, al decirle un día que vivía en Entrevías, me contó que realizó el proyecto del Anfiteatro de Entrevías y que además lo hizo de forma desinteresada. Y aunque lo suyo fue lo de la arquitectura “efímera” y parte del anfiteatro hoy en día no existe (cúpula de escenario), éste sigue en pie y gozando de buena salud y es de las pocas obras que pueden verse de este arquitecto. Un abrazo y descanse en Paz.