Por Ignacio Marín (@ij_marin)
Son tiempos caracterizados por las mentiras. Las sufrimos a diario y dan frutos. Las encontramos en la radio, en la televisión, en la cola del supermercado, en los vagones de metro… Pero algunas de las más peligrosas son las que se han vertido sobre la historia, sobre nuestros mayores, sobre nuestras verdades.
A las mentiras, especialmente las que enfangan nuestro ayer, hay que afrontarlas con decisión y valentía. Y eso es lo que hace Nieves Concostrina. La escritora y periodista madrileña lleva décadas militando por la verdad, denunciando y señalando a los embusteros, a los que han mentido, mienten y mentirán por mantener sus privilegios. Más que por la memoria histórica, Nieves Concostrina lucha por la verdad histórica.
Por eso es tan importante defender la verdad. Recordar y reivindicar la verdad de los que lucharon por un mejor mañana para todos, los que se dejaron la piel, en nuestras propias calles, por un barrio digno, para lograr derechos, recursos, servicios y empleos de calidad.
Es importante conservar esa memoria para evitar el imperio de la mentira que nos quiere imponer unos pocos, que reescriben la historia para amoldarla a sus objetivos, para blanquear sus intereses y sus orígenes. Si no defendemos la verdad, alguien nos la birlará y hará negocio con ella.
Esperanza Aguirre lo hizo hace poco, por ejemplo. La ex presidenta de la Comunidad de Madrid, aseguró que el culpable de la Guerra Civil fue el PSOE, que dio un golpe de Estado en 1934. Esas mentiras delirantes, que tienen más pecado aun cuando son vertidas sobre jóvenes, buscan blanquear el pasado, silenciar a los que defendieron la democracia y la justicia social frente a esa España oscura, negra, de privilegios, de caspa, de silencio, de miedo, de sometimiento, de vasallaje. Esa España que nunca se marchó a tenor de las palabras de la antigua presidenta y también de la nueva, bien educada en todo lo que sea tergiversar y faltar el respeto a los que protestan ante las injusticias, aunque estén muertos.
Pero no se lo vamos a poner tan fácil. El pasado domingo 28 de abril, en el Cementerio de Vallecas, se rindió homenaje al teniente de aviación Matías Iglesias y al joven militante Antonio Menéndez, quienes sacrificaron sus vidas combatiendo la amenaza del fascismo. Dieron la vida por la verdad, esa que tanto se intenta ocultar hoy en día. Sufrieron la muerte física, la muerte de la derrota, la muerte de la humillación, pero no permitiremos la muerte del olvido.
En un presente salvaje y ante un futuro desalentador, quizá tengamos en el pasado a nuestros referentes. Ellos nos hablan sin palabras, con el eco de sus acciones y el peso de su ejemplo. Cuando hayamos escogido esos ejemplos que nos harán mejores, nos quedará por delante la tarea de reivindicar y defender su verdad, nuestra verdad. No se me ocurre más noble cometido que el de convertirnos en militantes de la verdad.
En un presente salvaje y ante un futuro desalentador, quizá tengamos en el pasado a nuestros referentes. Ellos nos hablan sin palabras, con el eco de sus acciones y el peso de su ejemplo