Por Isa Mendi
Periodista, y politólogo afincado en Villa de Vallecas, Ignacio Marín (Madrid, 1984) presentó el 3 de marzo su primera novela, ‘Edificio España’. Columnista habitual de este periódico, compagina su trabajo de consultor de comunicación con la literatura y el activismo social. En esta entrevista no duda en reivindicar las historias de superación y lucha en la calle que forjaron el Vallecas de hoy en día, un ejemplo que, a su juicio, debe seguirse para mejorar la situación actual.
Pregunta: ¿Qué le motivó a escribir este libro?
Respuesta: Siempre me ha atraído mucho la década de los 70 en Madrid, conocer cómo mi ciudad fue capaz de absorber, más mal que bien, una explosión demográfica y social tan significativa, y, además, en unos años tan difíciles. A la hora de tejer la historia, consideré interesante tomar el Edificio España, el Hotel Plaza de la época, un referente del lujo y el poder, y contraponerlo con uno de los rincones más humildes de la ciudad, el Cerro del Tío Pío.
P: ¿Por qué eligió precisamente el Cerro del Tío Pío como uno de los escenarios?
R: Me fascina la historia y la evolución de los dos distritos de Vallecas, en especial de lugares como el Tío Pío. De hecho, el antiguo poblado se ha convertido hoy en un mirador emblemático de nuestra ciudad. Sin embargo, además de disfrutar de este rincón privilegiado de Madrid, no deberíamos olvidar las historias de superación y lucha que allí ocurrieron. Se lo debemos a los que dedicaron sus vidas a reivindicar la dignidad de las calles en las que hoy vivimos. Es de justicia destacar que ‘Un cerro de ilusiones: historia del Cerro del Tío Pío’, un libro delicioso de Juan Jiménez Mancha, me resultó de gran ayuda para documentarme.
P: El lugar elegido para su presentación, el 3 de marzo en el CC Francisco Fatou, ¿es también otro guiño hacia Vallecas?
R: El Pueblo de Vallecas es mi hogar y desde el principio quise que la presentación tuviera lugar aquí. Tanto los ciudadanos como las administraciones deberíamos esforzarnos en que los barrios alejados del centro ofrezcan no solo opciones de ocio y cultura, sino también laborales, de vida. Si queremos una ciudad digna, abierta e inclusiva, hemos de ser conscientes de que no todo debe pasar por el centro.
P: ¿Cuál fue la razón para elegir el género de la novela policíaca para contar su historia?
R: Me gusta escribir sobre lo que duele, sobre historias crudas, en las que escasean los héroes. Porque la realidad es a menudo así, en especial en esas épocas y en barrios como el nuestro. Además, el policíaco y el de la novela negra son géneros muy en auge hoy en día y que ofrecen muchas posibilidades desde el punto de vista creativo.
P: ¿Por qué abordar el tema del tardofranquismo y las desigualdades en el Madrid de los 70?
R: Creo que estamos en deuda con esa época y con la gente a la que le tocó vivir años tan difíciles. Además de tratar de forjarse un futuro en lugares de evidente precariedad, fueron capaces de crear redes de solidaridad y protesta para mejorar sus condiciones de vida. Muchos de ellos eran migrantes, por lo que a los problemas que ya de por sí tenían, se les sumaron los de tratar de prosperar en un lugar ajeno y los de los prejuicios que a menudo genera su condición. Mi libro, de hecho, está dedicado a los migrantes, de cualquier época u origen. En definitiva, ciudades como Madrid crecen a tal velocidad que a veces dejan problemas, brechas de desigualdad no resueltas. Sucedió entonces y sucede ahora. Si lo pensamos, muchos de los problemas que sufrimos hoy no dejan de ser derivadas de aquella época.
P: ¿Qué hay del Madrid y del Vallecas de ese momento en la actualidad?
R: Ese Madrid y ese Vallecas no es tan distinto al de hoy. Es innegable que la ciudad ha crecido exponencialmente y que la muestra demográfica es totalmente distinta a hace 50 años. Pero existe una brecha de desigualdad entre el centro y los barrios periféricos que, aunque parezca increíble, vuelve a crecer hoy en día. Sin embargo, sí que percibo una gran diferencia con respecto a esa época que puede ser peligrosa para el futuro de nuestras calles. En los años en los que está ambientada la novela, los ciudadanos se echaron a la calle para exigir dignidad para unos barrios en los que no había absolutamente de nada. Años, además, en los que la protesta podría resultar muy peligrosa. Si no lo hubieran hecho, seguramente no habrían podido mejorar su situación. Hoy, deberíamos reivindicar y seguir su ejemplo. Cada día vemos cómo las calles de Vallecas se van degradando más y más. Cómo se está dejando caer la sanidad pública, cómo se reducen nuestras expectativas por la falta de oportunidades, cómo incluso nuestra salud se deteriora por culpa de las emisiones contaminantes de la incineradora de Valdemingómez. Si no nos organizamos y luchamos, como hicieron nuestros vecinos de hace medio siglo, nuestro barrio va a ir a peor, y eso lo vamos a pagar nosotros y nuestros hijos.
P: En una sociedad invadida por el mundo de la tecnología, ¿qué lugar piensa que deben ocupar la literatura y los libros?
R: La literatura siempre ha estado y siempre va a estar ahí. Adaptándose a los gustos de los consumidores y aprovechando las formas de difusión que ofrecen las nuevas tecnologías. Confío en que sea así, porque esta vida sería muy difícil sin libros.
P: ‘Edificio España’ ha sido su primera novela, ¿qué próximos proyectos tiene en mente?
R: Llevo tiempo trabajando en la segunda parte de esta novela. Ya que va a estar muy relacionada con el final de Edificio España, no me gustaría adelantar demasiado, simplemente que la trama tendrá lugar lejos de Madrid y de Vallecas donde a los protagonistas les persiguen demasiados fantasmas.
P: ¿Qué hay del Ignacio Marín colaborador de Vallecas VA en esta novela?
R: Yo creo que mucho. Los artículos que escribo para el periódico tienen un importante trasfondo social, ya que somos los vecinos los que debemos denunciar y combatir las desigualdades y las injusticias que sufrimos, tal y como hacen los personajes de la novela. Además, tanto mis artículos como ‘Edificio España’ están escritos desde un gran cariño y respeto a Vallecas, un barrio abierto, integrador y combativo, que hace sentir uno más a gente que ha nacido lejos de aquí, como ocurre conmigo.