ROBERTO BLANCO
Los primeros días de noviembre están viendo lo que Manuela, trabajadora del hospital Infanta Leonor, define como «un hecho histórico en la sanidad española». Desde el segundo día del mes, se vienen sucediendo los encierros de trabajadores en los hospitales madrileños como caen las fichas de dominó. El motivo: la defensa de la sanidad pública.
El primero de ellos fue el hospital de La Princesa (distrito de Salamanca). El chispazo lo provocó el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, al presentar los presupuestos para 2013 el pasado 31 de octubre. Los trabajadores lo explican: «El Gobierno de Ignacio González ha descargado el mayor golpe contra la sanidad madrileña […]. El recorte del 4,9% supone un paquete de medidas sin precedentes: el pago del euro por receta, el desmantelamiento del hospital de La Princesa o del Carlos III y, sobre todo, la privatización de seis hospitales públicos (Arganda, Vallecas, Coslada, San Sebastián de los Reyes, Aranjuez y Parla), son medidas no solo contra los trabajadores, sino contra la inmensa mayoría de la población. Además, se externalizan los servicios no sanitarios como personal de mantenimiento, cocinas, oficios y lavandería; un 10% de la Atención Primaria; y se prepara la privatización de los laboratorios. Además está pendiente un ERE contra el personal laboral que en el Gregorio Marañón afectaría a miles de profesionales». En asamblea realizada en el mediodía del 2 de noviembre, con una asistencia masiva, deciden encerrarse indefinidamente en el salón de actos del centro.
La tarde del 5 de noviembre, dos de los nuevos hospitales toman la misma decisión: el del Henares (Coslada) y el Infanta Leonor (Vallecas). Sole, enfermera en este último centro y una de sus representantes, nos cuenta lo sucedido: «hicimos una asamblea y decidimos ya en ese momento quedarnos en el salón de actos un grupo de personas, crear turnos y continuar con el encierro de manera indefinida». «La iniciativa parte de los trabajadores —aclara—. No queremos representación política, no queremos colores políticos, no queremos ningún sindicato: somos los trabajadores de cada hospital los que nos estamos coordinando para ir todos en masa. En todos los hospitales cada día se hacen asambleas, concentraciones, se pasan octavillas a los usuarios y además se buzonea por todos los sitios, pues lo más importante es informar a la población. Pero informar de forma veraz, sin alarmar. Nosotros seguimos atendiendo a los pacientes con la misma calidad».
A la población «queremos contarles lo que va a ocurrir —continúa—. Queremos comunicarles que va a venir un señor con nombre y apellidos y de su salud va a hacer un negocio a través de sus impuestos. Con ellos se pagan una serie de servicios que antes te los estaban dando 5.000 trabajadores y que dentro de ocho meses o dos años te los van a dar la mitad de ellos, con lo cual la calidad va a ser inferior».
En esta movilización están representados todos los colectivos de la sanidad. Principalmente, las tres categorías profesionales sanitarias: médicos, enfermeras y auxiliares. «Estamos todos —continúa Sole—, de hecho esta noche viene un grupo de médicos a encerrarse con nosotros. Los seis hospitales nuevos partimos ya de una gestión mixta: todo el personal no sanitario está externalizado. Queremos que se unan a nosotros, pero es verdad que ellos se están manteniendo un poquito más al margen, porque ahora lo que mayoritariamente se privatiza es el personal sanitario».
El día 6 (cuando se escribe este artículo) se extienden los encierros a otros hospitales: La Paz, Doce de Octubre, el del Tajo (Aranjuez) y el del Sureste (Arganda). Se prevé que no serán los últimos. Mañana (7 de noviembre) se debatirá esta acción en asambleas en el Infanta Sofía (San Sebastián de los Reyes) y el Infanta Cristina (Parla), siendo previsible que tomen la misma decisión.