Por Antonio Osuna
¿Puede existir algo más aleatorio que la meteorología en estas fechas? Ya dejamos el verano atrás, al menos según dice el calendario, pero ¿es cierto?. Bueno, depende del día, o incluso, de la hora. Hay momentos de la semana en los que te asomas a la ventana y piensas: día de piscina, pero no, ya no están disponibles. Y a los pocos minutos piensas… con razón, pues las nubes oscuras hacen su aparición y se entiende perfectamente el motivo de ese cierre. Pero no solamente pasa con las piscinas y con las tardes en los parques. Esta foto lo refleja claramente: día soleado y charcos de la tormenta pasada. El azar de estas fechas. Del mismo modo, las noches sufren el mismo destino. Llegar a la habitación y sentir el bochorno caluroso, poner el ventilador y antes de quedarte dormido pensar: ¿dónde está el nórdico?.
Desde mi opinión, ésta es la época del año más impredecible. Este cambio de estación es algo a lo que nunca llegué a acostumbrarme y sí, me saca un poco de quicio no saber si debo salir a la calle en manga corta o larga, pues sé que, tome la decisión que tome, me arrepentiré.
Solo veo una cosa buena de todo esto y es que dentro de poco llegará el frío y con él volverán los jerséis y las chaquetas, y ahí sí se podrá dormir bien con el nórdico sin que me sobre en mitad de la noche. Aún a sabiendas de que cuando eso pase, estaré deseando que llegue de nuevo el calor.
En definitiva, la frase de siempre: nunca llueve a gusto de todos. Si eres de las personas que aman el verano, las terrazas y poder tomarte un helado dando un paseo, todavía estás a tiempo de ello, evitando las piscinas, claro está. Si eres de las personas que adoran el frío, los días grises melancólicos y las tardes de “película y manta”, te falta poco para que esa sea tu rutina. Es más, ya tienes pequeños oasis de felicidad cuando las nubes grises hacen su aparición. Pero como dije, nada es definitivo y cualquiera de las dos vertientes puede cambiar de un momento a otro.
Como dije antes: nunca llueve a gusto de todos, pero vaya… Se venden helados todo el año, las películas se pueden ver con manta o con aire acondicionado, y los paseos se pueden dar igual, únicamente hay que llevar un paraguas por si el tiempo es caprichoso ese día.
Disfrutemos del azar, ¿acaso no es eso la vida? Sonreír cuando hace bueno y saber aguantar el chaparrón.