La tempestad hostelera en Vallecas

Varios clientes, en el Bar La Escondida. Foto: G. Belinchón

Los hosteleros vallecanos luchan por sobrevivir económicamente a una de las peores crisis que han sufrido en los últimos años.

Por Guillermo Belinchón

La pandemia del coronavirus en España ha provocado una gran crisis en la mayoría de los sectores económicos de las ciudades. La hostelería se ha llevado junto al sector del ocio nocturno, uno de los golpes más duros en los últimos años y quienes están sufriendo las consecuencias son los propios trabajadores del gremio.

Puente de Vallecas es uno de los distritos más golpeados por el virus y donde mayor flujo de hosteleros existe. Los trabajadores que han podido mantener sus negocios abiertos exigen a duras penas una mayor visibilidad sobre el problema que acarrean y la necesidad del incremento de ayudas con las que poder remontar todo lo perdido durante estos meses fatídicos.

En la calle de Payaso Fofó, a escasos metros del Estadio del Rayo Vallecano y justo al lado de la Federación de Taxi, se encuentra la Cervecería Torres, lugar icónico de Vallecas. Julián Torres es el propietario del lugar. Con 11 años de duro trabajó a sus espaldas, adquirió el local en el año 2011 y con una plantilla de tres compañeros junto a su mujer, consiguieron hacerse un hueco en el corazón de los clientes. “Esta zona era muy buena, yo la llamo la calle de los eventos, aquí se hacen las fiestas del barrio, pasa por aquí la San Silvestre en Navidades, hay muchos eventos infantiles… Estamos muy cerca del Estadio del Rayo y todo iba bien hasta que llegó la pandemia y todo se vino abajo”, confiesa Julián.

El cierre de los locales

El 13 de marzo del año 2020 el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se mostró ante todos los españoles vía televisiva declarando el Estado de Alarma como medida constitucional para detener el avance de la Covid 19. Como consecuencia a la medida tomada, todos los comercios que no fueran de primera necesidad se vieron en la obligación de cerrar sus puertas al público indefinidamente.

Según Juan José Blardony, director general de la asociación empresarial Hostelería Madrid, las personas sufrieron un shock terrible: “Lo que hubo fue un shock social y personal de tal magnitud que fue inmenso, donde el principal reto fue informar a las empresas día a día de las medidas que se iban tomando y que soluciones podían adoptar…. Y todo ello hubo que hacerlo de manera digital, lo que constituyó un doble reto”.

La incertidumbre y los sueños de miles de hosteleros vallecanos se vieron frustrados con la noticia, entre ellos los de Víctor Usa, que, junto a su mujer, iniciaban un año atrás su negocio de venta de pollos llamado “Pajarraco”, en la Avenida de Palomeras: “Nos pilló esto de lleno, la gente nos empezaba a conocer y estábamos empezando a subir. Antes de la pandemia íbamos con un ascenso bestial. Abríamos por la noche y trabajábamos todo el día, pero en cuanto llegó la pandemia todo esto se vino abajo”, explica.

Despidos, ERTEs y locales cerrados

La complejidad del asunto ya no es solo abrir en plena pandemia, si no hacerlo en un distrito como Puente de Vallecas, donde la tasa de paro es superior al 13%, según los datos de paro registrados en las oficinas de empleo, y en donde el salario de los residentes no suele superar los 1.000 euros al mes.

Para el economista y profesor de la Universidad Carlos III de Getafe, José Antonio Nieto López, los ERTEs fueron una medida completamente necesaria para salvar negocios: “Son fundamentales para casos excepcionales de este tipo, donde el cierre es debido a una crisis sanitaria y no económica. Pasada la crisis sanitaria, la actividad volverá a recuperarse si no se alarga más de lo debido. Ahora bien, estos no están justificados para sostener a empresas “zombis” no eficientes o empleos que no son necesarios”, señala. La cuantía de cobro de los trabajadores con el ERTE aceptado es del 70% los primeros seis meses, después se reduce al 50%.

Esa fue la opción tomada por la mayoría de los hosteleros, para poder salvar sus negocios y el trabajo de sus empleados, aunque sin ingresos y pagando los gastos que generaban los locales poco podían hacer.  Los dueños afrontaban su propia guerra personal: la cuota de autónomos.

Se solicitaron ayudas a la Comunidad de Madrid donde el programa ‘Impulsa’ para autónomos, dotaba de 5 millones de euros destinados a ayudar a estas personas afectadas en la región, pero fue una medida escasa y los fondos se agotaron rápidamente. Lo que sí tuvieron fue la exoneración de la cuota de autónomos de los meses en los que estaba vigente el cese de actividad y a los trabajadores que estuvieron obligados a pagar la cuota los meses de mayo y junio se les devolvió ese dinero.

Los locales siguen sin poder atender en la barra. Foto: G. Belinchón

“Tuvimos ayudas con el cese de actividad con las exoneraciones de la cuota de autónomos, pero llevamos varios meses desde julio o agosto que, de ayudas, nada.”, explica Julián Torres.

Actualmente, además de las escasas ayudas que reciben los autónomos, se les ha subido la cuota y en enero pasarán a pagar de 6 a 24 euros más, pese a las críticas del colectivo.

El “renacimiento” de los locales

Con la esperada llegada de la fase 1 en Madrid el día 25 de mayo, la hostelería de Puente de Vallecas sufrió un pequeño respiro, pero con infinidad de impedimentos. Cada vez que parecía que el asunto mejoraba, volvía el confinamiento, con el consecuente hastío de los ciudadanos y de la preocupación de los hosteleros.

Griselda Rocío es la encargada del restaurante “La Escondida” en la calle de Sierra Bermeja número 41. Ella abrió en noviembre y, a los pocos meses, tuvo que cerrar por la pandemia. Estuvo casi 3 meses cerrado y decidió abrir al levantarse el toque de queda. Al principio fue muy complicado debido a las medidas tomadas. Dentro del local no se podía estar y el aforo máximo en la terraza era de un 50%. “Nos han cerrado la barra, no podemos tener reservas, no nos dejan hacer cumpleaños por las restricciones y eso nos limita muchísimo nuestras actividades. Esto es un salón de eventos y es donde realmente se ven los ingresos. Nosotros trabajábamos con reservas y ahora que no se pueden estamos muy preocupados”, enfatiza Griselda.

El interior del pub La Roca, Puente de Vallecas. Foto: G. Belinchón

Otras personas como Hermes Navarro, después de hacer un estudio de mercado, alquiló hace un mes disco pub “La Roca”, un bar de copas enfocado principalmente al mundo de la noche. Es consciente de lo complicado en estas fechas para impulsar un negocio, pero están haciendo lo mínimo para cubrir los gastos y aprovechar el bajo precio de los alquileres. “Las restricciones nos limitan un montón, el aforo lo tenemos que limitar. Ahora mismo debido a las restricciones solo abrimos dos horas el local ya que a las 24 horas tenemos que estar cerrados. Nuestro objetivo es cubrir gastos y más adelante sacar beneficio”, concluye Hermes.

La opinión de la clientela

Los clientes vallecanos están volcados con la situación. Natalia Arévalo era una persona asidua en el “Bar Pitorra”, en la calle de Villalobos. Allí se reunía con sus amigos todos los días después de sus duras jornadas en el hospital y vio como sus momentos de ocio y desconexión se evaporaban por el virus.” Ha sido una putada, ya estaba acostumbrada y tenía mi rutina hecha. Vengo de trabajar contra el virus y el virus me arruina esto… Realmente espero que las cosas mejoren cuanto antes porque es necesario”, apunta.

Rosario Nuez, una mujer jubilada de 81 años del barrio de Portazgo preocupada por la situación, baja todos los días a desayunar a su bar de confianza para ayudarles económicamente. “Ellos no tienen ninguna culpa de la situación que están viviendo. Con las pocas ayudas que reciben no pueden hacer nada por sacar adelante a sus familias. Los vecinos tenemos la obligación de hacer lo que no hace nuestro Gobierno, tenderles una mano a la que apoyarse”, argumenta esta vecina.

Un futuro sin determinar

“La hostelería en la Comunidad de Madrid es de las que mejor va teniendo en cuenta lo complicado de la situación. Ahora mismo está abierta un 85 % de la hostelería y está facturando en torno al 60 % del pasado año”, explica Juan José Blardorny.

En la actualidad, Puente de Vallecas sigue encontrándose al igual que gran parte de España con muchas restricciones, entre ellas el aforo máximo de 6 personas por mesa y el toque de queda, con el correspondiente cierre de los negocios a las 24:00 de la noche. Con la llegada de las Navidades, las cenas de empresa y reuniones familiares se han visto anuladas trayendo consigo un descenso claramente necesario en la economía de los negocios del barrio.

Todas estas personas representan las voces de aquellos trabajadores afectados por la pandemia en una zona humilde como Vallecas. La lucha continúa día a día para conseguir que todos esos sueños y esperanzas que depositaron en sus trabajos no desaparezcan en la nada. Habrá que esperar si la vacuna trae consigo la estabilización de la hostelería y, con ella, el disfrute del servicio que nos brinda un colectivo tan antiguo como necesario.

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