Por Redacción
Como si mantenerse a flote en tiempos de una pandemia interminable fuera algo liviano, Filomena, menudo nombre para una borrasca, volvió a complicar seriamente la existencia de los vallecanos y de las vallecanas con su manto de nieve y hielo, congelando todo a su paso. Las familias volvían a estar de nuevo prácticamente confinadas, en esta ocasión, no por mor de imposiciones sanitarias, sino porque se vieron atrapadas en aceras y calzadas intransitables. Ante unas administraciones sin respuestas efectivas que tuvo que esperar a la mejoría de las condiciones meteorológicas para que la ciudad volviera a recuperar su pulso habitual, Vallecas volvió a dar una nueva lección de solidaridad mostrando de forma inequívoca la unión de un vecindario muchas veces estigmatizado y olvidado.
De nuevo volvieron a aflorar, si es que alguna vez llegaron a desaparecer, diferentes iniciativas de forma altruista para ayudar a los más necesitados, para llevar la compra al anciano vecino del quinto, para hacerle llegar medicamentos a la otra punta del barrio, para cruzar la calle o simplemente para llamar a una puerta, ofrecer compañía y decir: ¿necesitas algo?. Fueron los propios residentes los que ofrecieron comida y consuelo a los sufridos conductores de la EMT que se quedaron atrapados en sus vehículos en plena nevada por falta de planificación de sus mandos superiores; los que en improvisadas cuadrillas tuvieron que abrir las calles, pico, pala y otros utensilios en mano, para permitir el tránsito de vehículos; los que habilitaron estrechos caminos en las aceras para evitar los indeseables resbalones que más de una factura se cobraron, etc.. Y ahí estuvieron los colectivos de diferente índole, también las asociaciones de vecinos.
Episodios como Filomena vuelven a evidenciar que nadie sobra, aunque un sector de la derecha más recalcitrante se empeñe en intentar destruir el legado del movimiento vecinal en nuestros distritos. Todos somos necesarios. Parece mentira que tenga que venir un temporal histórico para que algunos, miopes interesados desde sus poltronas, se den cuenta que la fuerza siempre estará en el barrio. Tomemos nota y que no se nos olvide cuando nos toque decidir nuestro futuro.