Por Luis Carlos Ríos
Los cuentos de Elsa Velasco son artefactos de relojería. No solo marcan un tiempo preciso, sino que, al igual que los aparatos del tiempo, consiguen aprehender fragmentos e imágenes de algo tan brumoso como las vidas humanas. Al sumergirse en ellos, el lector tiene la impresión de que le pasó algo similar a él o a ella, a un vecino, a un vallecano cualquiera. ‘La niña del espejo y otros relatos’ (Albert editores, 2022), presentado en la librería Muga el 23 de abril, Día del Libro, compila los relatos escritos por Velasco a lo largo de una vida. Charlamos con ella sobre su narrativa en la Plaza del Cine, en Palomeras Bajas, bajo la sombra y el agradable perfume de un tilo.
Pregunta: ¿Hay algo de Vallecas en sus historias y en usted misma?
Respuesta: No soy ni oriunda de Madrid ni oriunda de España. Nací en Uruguay y llegué a España hace más de 40 años, en el 77. En Vallecas vivo desde que se hizo esta urbanización. Tenía una amiga en Vallecas y venía de vez en cuando a su casa. Siempre me admiró lo combativa que ha sido Vallecas. Admiraba mucho cuando me hablaban del Padre Llanos o de gente que se destacaba por su lucha. Tenía un amigo de una editorial que vivía en Vallecas y me tenía al tanto, porque era muy activo en temas sociales. Sí que es un barrio que me llamaba mucho la atención y me gustaba, y ahora que vivo en él, me encanta (…) Me siento muy bien aquí y tengo amigos y amigas. También estuve colaborando con Radio Vallekas antes de la pandemia. Hablaba sobre mujeres que han destacado en la Historia.
P: Hay varios personajes femeninos en su libro que están precarizados. ¿Hay alguna intención de narrar la clase obrera desde el punto de vista de la mujer?
R: El tema de la mujer, y de los niños en particular, es algo que me sensibiliza mucho (…) Vives en esta sociedad, y en esta sociedad ocurren cosas con las mujeres que yo no soy impermeable a eso. Me da mucha rabia y sufro con ellas. Por eso hay temas de mujeres, pero no es un libro de mujeres. También hay muchos protagonistas hombres y niños. Pero sí, el tema de la mujer me sensibiliza mucho.
P: ¿Cómo imagina a su lector ideal? ¿Para quién escribió este libro?
R: Para todos. Para todos los adultos que les guste leer. Es verdad que la gente que me ha comentado el libro, la mayoría son mujeres. Pero yo escribo para todo el mundo, para personas mayores también, porque te habrás fijado que Soledad, aunque es una chica joven, afecta sobre todo a personas mayores. Fíjate que ese relato. Venía en el autobús con el periódico ‘20 Minutos’, que siempre traía algo literario. Y venía un trozo, que está como epígrafe, del cuento de García Márquez: “el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad”. Dije “voy a escribir algo sobre la soledad”, y fue un cuento que me salió del tirón y ganó un premio al mejor relato.
P: ¿Qué escritores le influyeron para escribir este libro?
R: Cortázar y Borges son impecables. De ellos, ninguno te puedo decir que no me gusta. Me gusta Pessoa también en los relatos y cuentos. Españoles me gusta mucho Sergi Palmes, catalán, que de hecho lo cito en ‘No me quiero levantar’. Me gusta porque escribe relatos breves de una sencillez y una calidad muy buena. ¡Cómo escribe sobre una gota! Hay uno sobre un grifo que está goteando, ¡y es muy bueno! Españoles también Luis Landero, Manuel Rivas…
P: Elsa, en sus cuentos hay mucha picardía y hasta sensualidad, incluso desde la risa y lo inesperado. ¿Qué pretende con ese recurso? ¿Hay quizás empoderamiento o busca el asombro…?
R: Creo que forma parte de la vida, no fue con una intención particular. Es verdad que un cuento que empecé dije “este va a ser erótico”, que es el de ‘El abrazo de Morfeo’, porque me acordé de una película de Fellini (…) Luego lo de la picardía, yo creo que la ironía y la picardía forman parte de mi forma de ser. Es decir, en general en Uruguay somos muy irónicos y la ironía tiene algo de picardía. Me gusta porque hay cuentos que tratan temas serios, pero que, de pronto, hay algo de humor que suaviza.
P: ¿Cuál es su cuento favorito?
R: Los dos cuentos del libro que digo “¡si me hubiesen salido todos así!” (risas) son ‘La niña en el espejo’, y ‘Soledad y ‘Jinete’ también me gusta.
P: Cuando dice que escribe para todos, noto que se desempeña muy bien escribiendo para jóvenes. ¿Fue retador mimetizarse con cómo pensaría o con cómo hablaría un joven?
R: Los adolescentes tienen también sus problemáticas y contradicciones como he tenido yo cuando era adolescente. Para estos que aparecen aquí, no me costó, porque en mis relaciones hay hijos de amigas que son adolescentes, que los vi de niños y crecieron… Y entonces escucho. En el que sí que pedí ayuda, pero que no está en este libro, es uno que escribí que se llama ‘El botellón’ (risas). Entonces claro, el vocabulario que se usa en un botellón no es el mismo que uso con mis amigos. Los vecinos del quinto de mi edifico tienen dos jóvenes. Entonces un día le dije: “mira, escribí un cuento y necesito tu ayuda”. Le pregunté si había estado alguna vez en un botellón y me dijo sí, y le dije: me tienes que ayudar, me tienes que traducir este cuento (más risas). Eso ya era demasiado. Estos, por ejemplo, el de ‘Father’, bueno, es más fácil. Me gusta tocar todos los vocabularios.
P: Suele decirse que los libros tienen vida propia. ¿Dónde le gustaría que llegara?
R: Los lectores de una biblioteca pública. Los escritores te pueden decir cosas, pero por lo general tienen mucho ego. Entonces, eso, algunos vecinos fueron a la presentación en la librería Muga, me comentaron… Me encantaría que un ama de casa, que no tenga mucha cultura de leer, lo leyera y le gustara. Me encantaría. Yo creo que intenté que fuese un libro escrito de forma sencilla, con algún relato un poco más lírico, por ejemplo, ‘Aroma a tomillo y naranja’.
‘La niña del espejo y otros relatos’ puede adquirirse en la librería Muga o a través de la editorial Albert Editor, en la web www.albert-editor.com o el correo electrónico juan.juancarlos@gmail.com.