Por Antonio Osuna
Con el paso del tiempo me doy cuenta de que ser agradecido es una de las cosas más importantes en la vida. En algunos momentos no lo pensé así. Creía que las cosas se ganan, se sufren o únicamente pasan sin más. ¿Pero después de eso qué queda? La situación, lo vivido, y ahí es donde aparece esa sensación, ese “cierre” que se le debe dar.
Tristemente nada es como nos gustaría que fuera al 100 por 100. Pero cuando de alguna manera “si lo vivido ha servido, hay que ser agradecido”. Eso jamás lo olvidaré.
Bajo el cielo se me presentaron millones de oportunidades. Y si me marché lejos también es cierto que desde lejos volví una y otra vez. No dejé de nombrar y matizar claramente de la parte de Madrid que era, tanto como si se tratase de un apellido. Y no es para menos.
Vallecas es mi historia. Aquí he reído, llorado, amado, sufrido, nacido… Y quién sabe si acabaré mis días entre estas calles. Pero lo más importante no es eso. Aquí he soñado como nunca. Y para un escritor no hay mejor lugar como el lugar donde se fabrican esos sueños, aquel donde vuelas de manera natural.
Desde la primera palabra que me fue publicada en estas páginas no ha tratado de hacer otra cosa que elogiar estos rincones, estos recovecos a los que observo desde mi mirilla. Y estas experiencias que, mes tras mes, os relaté de la mejor manera que sé hacerlo.
Al poner mis pensamientos, reflexiones y añoranzas sentí vivo de nuevo cada recuerdo. Y la sensación de ver a alguien leer tu texto sin saber que le estás observado es posiblemente uno de los mejores regalos que un autor puede recibir. Imaginaos la situación. Estar en un bar, tomando un café por la mañana mientras la ciudad se despierta y los habitantes con ella, mirar a un lado y ver a alguien con su atención puesta en tus palabras. Se mezcla la sensación de vergüenza y orgullo a la vez. La sensación del galardonado. ¿Hay acaso mejor premio que ser leído para quien escribe?.
Es como el cantante que desea ser escuchado, el enamorado que desea ser correspondido, y el soñador que vive lúcido lo deseado.
Como dije antes, al escribir estas palabras en muchas ocasiones recurrí a recordar. Una y otra vez me senté a pensar en las historias que contaros y en las vivencias que me marcaron para hacerlas llegar. Y sin duda, la oportunidad que se me dio aquí es y será un privilegio que recordaré siempre. Vallecas está y estará presente siempre en mi historia, y poder tener la oportunidad de escribir entre sus páginas en tantas y tantas ocasiones no hace más que acrecentar el cariño que siento.
Por eso, únicamente me gustaría despedirme como se merece. Gracias. Gracias por leer, gracias por leerme, gracias por darme la oportunidad de escribir aquí, gracias por hacerme ser autor a cada golpe de letra. Gracias por tanto.