Por Concha Morales
Con la mente deshabitada desperté
ágil y elegante como una gata pálida
bajo los rayos de la luna.
Luna solitaria en el infinito,
que se esconde cada noche, se diluye
entre las ramas de los álamos,
semidesnudos en el tibio noviembre.
Noviembre desabriga mis recuerdos,
apaga sin pudor la luz del alba
y dibuja una sonrisa opaca
alrededor de mi almohada.
Con la mente deshabitada despierto
cada mes de noviembre, pero
han pasado las horas y las ramas
de los álamos arrinconan sin recato
al último rayo de luna.