Por Juan Rodríguez
Según la RAE (Real Academia de la Lengua), un arcoíris es un fenómeno óptico con forma de arco que presenta bandas concéntricas con los siete colores elementales: el rojo, el naranja, el amarillo, el verde, el azul, el añil (variedades oscuras del azul) y el violeta. Es causado por la refracción o reflexión de la luz solar en el agua pulverizada, y es generalmente perceptible cuando llueve o justo después de una lluvia. Su tamaño es distinto para cada observador, ya que se trata de un fenómeno óptico. En cualquier caso, convengamos en que los arcoíris no son precisamente pequeños a nuestros ojos, sino todo lo contrario. Son inmensos arcos bajo los cuales podrían pasar tráilers, transatlánticos y todos los balones de fútbol profesional que puedas imaginar. Bueno, pues este Rayo Vallecano de la temporada 23-24, podemos decirlo ya tras 21 jornadas disputadas, no le mete un gol ni al arcoíris. Solo Las Palmas (incluso con el último doblete), Alavés y Cádiz han marcado menos goles que el equipo de la franja. O se ponen las pilas y empiezan a enchufar en las redes rivales todo el fútbol que generan, o los de Francisco lo van a pasar mal de aquí a que acabe el campeonato.
Una vez más (y van ya ni se sabe), el buen juego elaborado por los vallecanos no tuvo la recompensa del gol y Las Palmas, lleno de jugadores de buen pie, no necesitó muchas ocasiones para anotar dos tantos y a otra cosa, mariposa. Tampoco podemos decir que los hados se hayan aliado precisamente con los franjirrojos, y es que la jugada del primer gol, a los 34 minutos y con el Rayo mandando en el partido, fue una serie de catastróficas desdichas que ríete tú de las de Lemony Snicket: cesión un pelín larga de Lejeune a Dimitrievski, que alarga la pierna para golpear correctamente al balón… pero que provoca exactamente lo contrario. Su pase fallido le llega a Moleiro, que a un solo toque la ajusta a la derecha de la portería. Cantada, 0-1, y otra vez a remar río arriba.
Hasta entonces, el Rayo estaba imponiendo su ritmo alto con llegadas continuas al área de Valles, con tiros lejanos de Lejeune, remates ligeramente desviados de Álvaro García o blocados por el portero a tiro de Óscar Valentín. Cómo sería la cosa que en el minuto 12 de partido ya había tirado tres córners. El gol de Las Palmas rompió el encuentro, pero una clarísima ocasión marrada por Balliu en el 42 pudo poner las cosas en su sitio. El centro de Álvaro, bien templado, dejó al defensa rayista con la portería a placer, solo tenía que elegir la parte de la cabeza con la que quería meter el gol: el occipital, la frente, parte de la oreja derecha… era gol o gol, pero Balliu decidió desafiar a la lógica. Y ganó. 0-1 y a vestuarios.
La tónica no cambiaría en la segunda parte, con Las Palmas bien tapadita atrás a ver si cazaban alguna sus hombres de ataque (y la cazaron en el 82 para dar carpetazo al asunto) y con el Rayo Vallecano rápido y vertical, asediando la portería de Valles… Bueno, a ver, “asediando”, ¿es asedio si las flechas que le disparan al castillo son de plástico? Con goles malogrados como el del Pacha Espino en el 49 (solo ante el portero la mandó fuera) o ese centro-chut envenenado de Unai López en el 57 que repelió el meta amarillo no se entiende que, por ejemplo, Falcao no haya sido nunca titular en liga. Está claro que ya no es El Tigre del Atleti, pero algún zarpazo le debe quedar…
Y así se marchó el partido, entre un colegiado que se había tragado el silbato (Melero López no pitaba una), unos cambios que no modificaron nada (Nteka, De Frutos y el mencionado Falcao), y varias llegadas rayistas de esas que le tienen alergia a las redes rivales. Que el Rayo no gane en casa desde el 15 de septiembre se explica rápido: no le mete un gol ni al arcoíris.
El próximo partido del Rayo es de nuevo un sábado (el 27) a las 14 horas, esta vez fuera de casa, contra la Real Sociedad en Anoeta
El ranking:
El héroe del partido: Hay que dárselo al autor del segundo gol de Las Palmas, Javi Muñoz. El centrocampista de Parla hizo un remate a medio camino entre el empeine y el tacón para enganchar el excelente pase de Sergi Cardona y, sin dejar caer la bola, introducirla en las mallas de Dimitrievski. ¡Eso es un Arabesco y no el de Gregory Peck!
El villano: Álvaro García falló alguna ocasión clara y, para más inri, fue expulsado por segunda amarilla al cortar un ataque rival en los minutos finales de partido. Una pena que no pudiera celebrar el nacimiento de su hija con una mejor actuación.
El datito: En el minuto 50, un aficionado devolvió de cabeza el balón al campo con una facilidad exultante… ¿qué dice el reglamento de la RFEF sobre fichar aficionados para el primer equipo? ¿Se puede? ¿No se puede? ¡Nos urge!
Declaraciones:
Francisco: «Hacemos muchas cosas bien en casa, generamos muchas ocasiones, pero no tenemos recompensa. No estamos acertados de cara a gol. Derrota que nos duele por nuestra gente. Nos hace falta ganar en Vallecas para quitarnos la ansiedad».
Álvaro García (en su cuenta de Instagram): “Me gustaría pedir públicamente perdón a la afición y a mis compañeros por mi expulsión. Segundo, aclarar que el míster en ningún momento me dice algo. Reacciono de la manera más fea posible y lo primero que hice fue pedirle perdón en cuanto entramos en el vestuario. Nos une una muy buena relación de confianza y el gesto de pura impotencia y frustración por el partido y el resultado. Este año las cosas no nos están saliendo como todos quisiéramos, pero estoy seguro que juntos vamos a conseguir los objetivos. Creednos que nos jode muchísimos no daros una victoria en Vallecas, pero también creednos que lo vamos a seguir intentando por vosotros y por nosotros y que lo vamos a conseguir 100%. Solo daros las gracias por no dejar de apoyarnos nunca, ni perdiendo, ni ganando, ni en Vallekas, ni en la otra punta de España. Gracias de verdad, porque sois el apoyo que necesitamos cuando nos faltan fuerzas».