Por Ignacio Marín (@ij_marin)
El pasado domingo 15 de septiembre, a las 11 de la noche, unos breves fuegos artificiales restallaban sobre el cruce de la avenida del Ensanche y el camino de Las Suertes, anunciando el final de las fiestas de Villa de Vallecas. Tras la traca y la posterior ovación, se hizo el silencio. Los vecinos nos miramos los unos a los otros y marchamos a casa con una sensación agridulce.
Esas dos semanas de feria y verbena siempre congregan a mucha gente, porque son muchas las ganas de alegría y fiesta en este rincón humilde de la ciudad. Sin embargo, es común esa impresión de que la programación es, año tras año, más pobre, con actividades cada vez más dispersas y una dejadez preocupante por parte del Ayuntamiento. Pero ojo, el Consistorio no quiere matar las fiestas, simplemente, dejarlas morir, de hastío o de inanición. ¿Estamos, pues, ante el fin de las fiestas populares?
Para muchos de los que trabajamos en el recinto ferial, los fuegos artificiales supusieron el final de un largo viacrucis burocrático impuesto por la Junta Municipal. Los interesados en montar caseta, muchos de ellos asociaciones y organizaciones del barrio, que encuentran en estos días, además de una fuente de financiación, una manera de acercarse a sus vecinos, se enfrentaron a elevados costes y requerimientos técnicos inasumibles. Los que saben de esto aseguran que, en ningunas fiestas similares, ni en la ciudad ni en toda la región, las trabas son tantas. Esto obliga a que solo algunos profesionales puedan enfrentarse a esos costes y al esfuerzo de montar caseta, expulsando así a las iniciativas populares.
Esta situación está trayendo ya consecuencias. Kontracorriente, un clásico del barrio y de nuestras fiestas, ha anunciado que este será el último año en el que los veremos en el recinto ferial. Una decisión cargada de impotencia y frustración que compartimos muchos colectivos. ¿Y qué podemos hacer para no privar a nuestros vecinos de este instrumento genuino de expresión y alegría popular? Organizarnos y unirnos ante un problema que nos afecta a todos, logrando una solución común. El diálogo y el acuerdo aportarán una respuesta adecuada al vecindario que, con su asistencia masiva, ha expresado su deseo de fiestas populares. Una iniciativa en la que el ocio y la diversión no sean un producto más con los que comerciar, algo que, por desgracia, es la tónica general en estos tiempos y en particular, en esta ciudad.
Quizás, una solución, sean unas fiestas alternativas, una fórmula que funciona en muchos rincones de Madrid y donde el mejor ejemplo se encuentra en nuestras queridas fiestas de la Karmela. En Villa de Vallecas tenemos voluntad y capacidad de sobra para ello. Lo que sea para evitar el fin de las fiestas populares. Lo que sea por el barrio.