El Centro de Salud Numancia recuerda a sus 28 pacientes fallecidos por COVID-19

Un momento del acto de recuerdo a los fallecidos. J. Arguedas

Trabajadores y familiares han guardado en su memoria dos minutos de silencio

Por Isa Mendi

“No hay palabras de aliento en este difícil momento/Las despedidas sin culminar y las lágrimas por derramar/Dura ha sido la pérdida y más siendo en soledad/Pero siempre vuestro recuerdo, en nosotros quedará.” Es el sentido testimonio de María, una de las vallecanas que han escrito en el libro de condolencias ‘por los vecinos que nos han dejado’, situado a la entrada del Centro de Salud Numancia (calle de Puerto de Picos, 2) para recordar a los 28 pacientes de este recurso asistencial fallecidos por COVID-19 durante los últimos meses.

Esta iniciativa forma parte del homenaje que el centro vallecano ha querido realizar a quienes han perdido la vida por la pandemia, cuyo punto álgido tuvo lugar este miércoles 3 de junio, a las 14:30 horas, con dos minutos de silencio guardados en su recuerdo por parte de trabajadores, familiares y vecinos a las puertas del ambulatorio. Antes, se leyó un panegírico en su memoria.

Aplausos al término de la ceremonia. M. Torrado

“Se han ido pacientes que conocíamos desde hace muchos años”, dice emocionada a Vallecas VA Isabel Vázquez, médico de familia y directora de este centro de salud de Puente de Vallecas. “El objetivo del homenaje es honrar a quiénes en una situación extrema, en la que en un principio había gran desconocimiento de la enfermedad y una saturación de los servicios sanitarios, han estado sufriendo y han fallecido estando separados de sus familias. Y hacer llegar a sus familias que para nosotros no son solo un nombre”, añade esta profesional.

Angustia natural y miedo

Vázquez confiesa que el personal ha vivido el momento álgido de la pandemia “con la angustia natural de intentar atender en las mejores condiciones a pacientes y familiares, con el miedo propio y humano de enfermar, ya que íbamos conociendo casos de compañeros que enfermaban y fallecían, y con el miedo de llevar la enfermedad a nuestras familias. Encima con equipos de protección no siempre idóneos”. “Tuvimos que reestructurar toda nuestra forma de hacer asistencia. Hicimos muchas horas extras, tratamos de no dejar sin atender a nuestros pacientes crónicos, ya que todo parecía ser coronavirus. Hubo y hay momentos de mucho agotamiento físico y psicológico. Algunos han tenido que hacer consultas de apoyo psicológico o medicarse”, concluye.

Un vecino firma en el libro de condolencias. M. Torrado

El texto completo del panegírico

“Hoy estamos aquí reunidos para honrar y recordar a familiares, amigos, pacientes que se fueron en medio de esta cruel epidemia, sin que ni nosotros, como hubiéramos querido, hayamos podido aliviarles o evitarles lo peor. Y sobre todo, sin que sus personas queridas hayan podido acompañarlos y darles el cariño que merecían en sus últimos momentos.

Sin embargo, a los familiares quiero deciros que estamos seguros de que, allí donde haya habido un sanitario cerca de ellos, no estuvieron solos, ni se renunció a su cuidado, ni se les dejó abandonados en su sufrimiento. Los profesionales que nos dedicamos a cuidar no podemos, ni lo hacemos nunca, desligarnos de nuestro instinto natural de aliviar, y seguro que, en medio de tanto trabajo y confusión en aquellos terribles momentos del pico de la pandemia, hubo alguien que se les acercó, les cogió la mano, y les guardó el respeto merecido cuando se fueron.

Les ha tocado ser muy fuertes, porque han sufrido una enfermedad desconocida en aislamiento, un desbordamiento de los medios de la sanidad y una terrible incertidumbre sobre su futuro. Y para quienes estabais en casa, sin poder acudir a su lado, el sentimiento ha debido ser desgarrador. Pero habéis estado ahí, enviándoles fuerza, cariño, y soportando con encomiable valor la distancia inevitable que ha marcado esta infección. Incluso aún después del fallecimiento, la incertidumbre se presentó en muchos casos al no saber ni siquiera dónde estaban las cenizas de vuestros familiares y amigos. Y así, habéis tenido que esperar para poder despedirlos definitivamente.

Aunque ya no están, se quedan en nuestra memoria. Cada uno de ellos ha dejado una parte de si en cada uno de aquellos con los que compartieron parte de su vida. Y para nosotros, desde este centro de salud, que era su centro, su casa también, se quedan aquí y serán recordados, aunque pasen los años. Por ellos, por su valor, su fuerza y su memoria, queremos guardar dos minutos de silencio con todo el cariño desde lo más profundo de nuestro corazón”.

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