Por Luis Carlos Ríos
El término “en situación vulnerable” es un concepto general para abarcar a millones de personas que tienen dificultades para vivir, crecer y desarrollarse en la sociedad. Leire, de la Asociación Social Combativa, prefiere el término “vulnerados”. Ella es Integradora Social y estudia la carrera de Trabajo Social. También es mediadora y aprendiz de árabe. Junto a Richard pusieron en marcha la asociación, tras la experiencia con menores vulnerados en un centro de protección de menores extranjeros. Su última campaña impulsa la recogida de móviles para menores en situación de calle y la forma de contactar con ellos es a través del 675 11 79 26 (solo whatsapp). Vallecas VA habla con Leire acerca del día a día de este colectivo.
P: ¿Cómo os vinculasteis a Vallecas?
R: Nos parecía, de cara a empezar con lo que era la asociación (y antes de que empezara a ser asociación si quiera), que era un lugar muy seguro para organizar a chavales y hacer actividades con ellos y demás. No queríamos que fuera un sitio hostil para ellos, por mucho que fuese igual más cómodo para nosotros. Es un lugar que tiene mucho potencial. Entonces por eso decidimos que iniciaríamos en Vallecas. Por eso, y porque desde Atalaya nos cedieron un espacio, que no está sencillo que alguien te preste algo para comenzar tu iniciativa.
P: ¿Por qué el nombre de Asociación Social Combativa?
R: Nacimos con la idea de prestar un ocio sano, en este caso el boxeo, porque era lo que mi compañero y yo sabíamos hacer en ese momento. Un ocio saludable para chicos y chicas, lo llaman, en situación de vulnerabilidad. A nosotros nos gusta más decir que han sido vulnerados, porque es el sistema el que los ha vulnerado y los ha llevado un poco a la situación a la que están. Trabajamos con esos chavales a través del ocio para que nos cuenten un poco realmente qué necesidades tienen. Porque al final, sí, yo abro un espacio, hacemos boxeo, pero a ti lo que te pasa es que tú no tienes casa. O es que tú tienes un problemón con tu familia, o es que tú no tienes papeles. Entonces, queremos que el boxeo un poco sea el enlace y el vínculo. Un poco la herramienta para poder llegar a todas estas cosas tan vitales de sus vidas.
P: ¿Cuándo empezasteis?
R: Empezamos con el boxeo a finales de 2020. También es verdad que durante todo este tiempo ya hemos ido desarrollando también otras cosas. En plan, hemos estado haciendo clases de castellano, ocio de otro tipo, excursiones, jornadas en común con Hortaleza Boxing Crew, otros gimnasios populares, digamos. Pues en realidad, un poco como el equilibrio. Es todo voluntario, porque no tenemos posibilidad ni de subvención ni de absolutamente nada, a través de la solidaridad de la gente que nos va siguiendo. Entonces, es un equilibrio entre lo que los chavales demandan y lo que nosotros podemos ofrecer con el tiempo que tenemos como trabajadoras por cuenta ajena.
P: ¿Habéis desempeñado la actividad siempre en el CSO La Atalaya?
R: La estuvimos desarrollando ahí hasta el verano de 2022. Después ya nos cedieron un espacio en el PCE para castellano en Sierra Carbonera, y otro en El Pozo para boxeo. En Atalaya estuvimos increíblemente bien, la acogida fue maravillosa y estuvimos fantástico. Además, lo beneficioso que es el ambiente de allí, gente muy dispersa, muchos proyectos y muchísimo potencial a nivel social. Justo cuando dijeron que iba a ser el lanzamiento, la orden de desalojo, tuvimos problemas con la policía y los chavales (…) Nos pasó en varias ocasiones que les paraban para preguntarles qué tenían que ver con el espacio. Les empezaban preguntando por Atalaya y acababan preguntándoles “bueno, ¿y tienes alguna causa? ¿tienes papeles”. Entonces fue como un punto de inflexión el decir que había que buscar otro sitio. Porque estábamos poniendo en riesgo a los chicos y chicas que vienen, y eso no podía ser.
P: ¿Qué os motivó a trabajar con estos jóvenes en particular?
R: Cuando empezamos mi compañero y yo nosotros trabajábamos en un centro de protección de menores extranjeros no acompañados. Allí nos dimos cuenta de muchas cosas, entre ellas que no hay ocio para jóvenes en general, pero ni para los más pequeños (…) Los chavales estaban muy desatendidos, no sabían nada de cómo iba a ser su futuro, y su tiempo al final tampoco estaba bien invertido (…) Y lo que podíamos hacer nosotras solamente era boxeo, que era lo que sabíamos hacer. Si hubiésemos sabido patinar, hubiésemos hecho una asociación de skate. Lo que nos motivó fue tener experiencia en lo que es protección de menores. Iniciamos el proyecto con chavales que ya conocíamos de este centro y de otro, y del boca a boca y de otros que han ido llegando, amigos de amigos… nos han conocido y han venido. “Captación” entre comillas nunca hemos tenido que hacer (…) Son chavales que en realidad están muy dispuestos y con muchas ganas de hablar y de contar cosas. Falta que alguien se interese un poco por ellos.
P: ¿Habéis tenido buena acogida entre los vecinos del barrio?
R: Sí, yo creo que sí, entre los vecinos siempre súper bien. Además, eso es lo bueno de Vallecas, que tiene un montón de actividad a nivel institucional, asociativo, jóvenes… Entonces como que todas las iniciativas a las que nos hemos querido apuntar, siempre ha sido con muchísimas facilidades, vaya, con los brazos abiertos.