Por Lidia García, residente de 2º año de Enfermería Familiar y Comunitaria, María Luisa Barceló, enfermera especialista en Enfermería F y C, del CS Rafael Alberti y Marisa Gascón, enfermera F y C CS Angela Uriarte
El pasado 10 de octubre, con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, desde el Centro de Salud Rafael Alberti colaboramos con el Centro de Salud Mental de Villa de Vallecas y otras asociaciones como ALUSAMEN (Asociación en Lucha por la Salud Mental y los Cambios Sociales) y AEESME (Asociación Española de Enfermería de Salud Mental), en una actividad comunitaria que nos permitió abrir las puertas del centro a la ciudadanía y crear un espacio de encuentro, escucha y reflexión colectiva sobre la importancia de cuidar nuestra salud mental.
Durante esta jornada se realizaron intervenciones participativas para promocionar la salud mental positiva mediante diferentes dinámicas grupales. El “emociómetro”, el juego de la rueda del bienestar, el photocall ‘Yo cuido mi salud mental…’ y el stand con información sobre las X Jornadas Participativas Abiertamente, así como recomendaciones para el control del enfado y las conductas autolesivas, fueron algunas de las actividades realizadas en el centro y que fueron acogidas muy positivamente por todos los participantes.
Desde la Enfermería Familiar y Comunitaria sostenemos firmemente que la salud mental no es solo ausencia de enfermedad, sino un proceso continuo y dinámico que requiere adaptación constante, aprendizaje y autocuidado para mantener un equilibrio físico, mental y social. Actividades como esta nos permiten llevar la salud mental más allá de la consulta, acercándola a la comunidad y generando espacios donde cada persona pueda reflexionar sobre sus emociones, aprender habilidades de autocuidado y encontrar apoyo en su entorno.
Uno de los aprendizajes más valiosos que nos deja esta jornada es el poder del trabajo en red entre atención primaria, salud mental y el tejido asociativo del barrio. Trabajar juntos nos permite acompañar a las personas desde diferentes perspectivas, complementando miradas, construyendo una atención más humana y cercana, y multiplicando el impacto sobre la salud colectiva. Además, la participación de la comunidad fue clave. Escuchar sus experiencias, necesidades y propuestas nos ayuda a orientar mejor nuestras intervenciones de salud, adaptándolas a la realidad del barrio y fortaleciendo la red de apoyo vecinal.
Bienestar emocional
Estas iniciativas también nos invitan a reflexionar sobre el papel que desempeñamos cada uno en el cuidado del bienestar emocional. Fomentar espacios de diálogo, reconocer nuestras propias vulnerabilidades y aprender a pedir ayuda son pasos esenciales para construir comunidades más saludables y empáticas. Promover la salud mental implica reconocer que todos, en algún momento, necesitamos apoyo, y que compartir nuestras vivencias puede ser un acto de valentía y crecimiento.
Actividades como esta nos recuerdan que cada pequeño gesto cuenta: una palabra amable, una respiración consciente, una emoción compartida. Porque la salud mental se construye entre todos, y cuando se hace en comunidad, el impacto se multiplica.
