Por Patricia Carlavilla, Concha Párraga y Marisa Gascón, enfermeras de Familia de los CS Campo de la Paloma y Ángela Uriarte
Una de las intervenciones enfermeras más importantes en nuestra práctica cotidiana es la educación en salud y, dentro de este marco, creemos que es fundamental hacer un gran énfasis en hacer un buen uso y no abuso de la medicación para el control sobre vuestra salud/enfermedad.
Los tratamientos farmacológicos son a medida y tenemos la obligación de saber qué nos ocurre y conocer qué medicación tomamos, para qué, por qué, cómo y cuándo, probablemente será una pieza angular para conseguir un buen efecto terapéutico.
Tomar las riendas de nuestra salud es importante, pero en esto de los medicamentos es mejor no jugárnosla. Tomarlos siguiendo el consejo o porque le ha ido bien a otra persona es completamente un error. Su uso irresponsable puede generar efectos secundarios indeseables y acarrearnos consecuencias importantes.
A modo de ejemplo y con el fin de ser más gráficos, os podemos comentar que algunos fármacos pueden producir interacciones con otros fármacos aumentando o disminuyendo su acción sobre nuestro cuerpo, una intoxicación o pueden perder su eficacia. También debemos ser conscientes de que pueden provocar dependencia al igual que ocurre con otro tipo de “drogas”.
Me gustaría hacer una reflexión sobre el uso que se ha hecho durante muchos años de los antibióticos, ya que tanto abuso ha producido múltiples resistencias y gérmenes que antes éramos capaces de controlar con ciertos antibióticos, ahora ya no lo somos.
Por otro lado, hay que pensar que nuestro cuerpo tiene que “poder comunicarse” con nosotros, de este modo nos daremos cuenta que algo va mal. Automedicarse tratando los síntomas que nos incomodan de una enfermedad puede enmascarar la enfermedad en sí, su origen y, por supuesto, retrasar el diagnóstico y tratamiento correcto. Hacer esto es un parche temporal que puede solucionar patologías menores como una cefalea en un día concreto o un resfriado, pero no se debe convertir en día a día de nuestras vidas, porque puede ser que cuando nuestro cuerpo nos quiera decir algo más serio no seamos capaces de oírlo.
Las alternativas naturales
Nos gustaría que hagáis también una reflexión sobre las alternativas naturales. Muchas de las plantas de herboristerías llevan los mismos principios activos de muchos fármacos que se venden en farmacia, aunque en diferente dosis y presentación, por tanto, pueden interactuar con algún fármaco que estemos tomando. Antes de tomar infusiones o cápsulas del herbolario hay que consultarlo con un profesional de la salud. Que algo sea “natural” no implica que sea seguro o eficaz para nuestro proceso.
La mejor receta para el control de nuestra medicación es una buena dosis de educación en salud y quién mejor que vuestra enfermera para administrárosla. Os proponemos la mejor prescripción posible, la mejor receta: la educación.
Y como pequeña píldora de conocimiento sobre la automedicación, solo decir que muchas veces puede ser “peor el remedio que la enfermedad“. De nosotros depende que funcione, ¡hagamos un buen uso de los medicamentos!.