EDITORIAL.
Al cierre de esta edición hemos podido ver y participar de la festiva celebración del Día Mundial del Orgullo. En Vallecas se ha dado un paso más, al hacerse presente el “Orgullo Vallekano”. Muchas y variadas han sido las iniciativas que se han realizado durante todo el pasado mes de junio. Colectivos diversos, junto con asociaciones de vecinos, han querido dar un paso más y poner encima de la mesa una cuestión radical: las reivindicaciones, las celebraciones, las luchas por la igualdad de derechos en la elección de la orientación sexual, no son una cuestión de moda o comercial. Han querido avanzar en el proceso de sensibilización, concienciación y descentralización, dando prioridad a lo propio y particular de cada lugar, de cada barrio, a lo cotidiano y lo cercano frente al mercadeo y al marketing.
En 1981, en Vallecas se realizó una de las primeras manifestaciones con motivo del Día Internacional del Orgullo LGTBI, bajo el lema “No a la imposición de la norma heterosexual”. Son muchos los años que se lleva celebrando dicha jornada de lucha con un creciente carácter festivo.
Este año ha coincidido que Madrid era la ciudad donde la celebración tenía carácter mundial. Han sido 10 días de celebraciones. De todas las actividades quizás cabe destacar por su envergadura la manifestación del sábado 1 de julio, en la que aproximadamente dos millones de personas se hermanaban para compartir dicha celebración. Llamaba la atención muy satisfactoriamente ver y escuchar a las cinco personas que leyeron conjuntamente la declaración o manifiesto de cierre en la plaza de Colón. Estaban desde Jordi Petit, uno de los convocantes de la primera manifestación en Barcelona, hace ahora 40 años, hasta una joven activista.
Fue muy de destacar cómo había párrafos enteros en varias de las intervenciones en los que, escuchándolos con atención, se apreciaba que no se hacía referencia expresa a la reivindicación del derecho a la libertad de orientación sexual, sino que se hacía bien manifiesta la contundente decisión y exigencia de poner la ley al servicio de la diversidad con independencia del ámbito humano en el que ésta se expresara.
Pareciera que el término “tolerancia” ya va quedando trasnochado, y va dando paso a este otro más íntegro y positivo como es el de la “diversidad”.
La alegría, las ganas de festejar un encuentro tan multitudinario a favor de la diversidad es una expresión muy esperanzadora. Sin duda esta tendencia irá a más. El mundo, la cultura y la estética de “lo uniforme” ya murió en el corazón de la gente. Es la hora de apostar con alegría y contundencia por la riqueza de la diversidad.
