Vallecas, 2013: un año marcado por la lucha social en muchos frentes. Año en el que desde el poder se dio una desproporcionada persecución de la disidencia, muy especialmente de la juventud luchadora. Claro ejemplo fue la detención y posterior encarcelamiento de Alfon, al que se mantuvo todo lo posible en prisión empeorando de forma progresiva las condiciones de su encierro.
Año en el que, de nuevo, la lucha por la sanidad y la educación pública en todo Madrid han tenido en Vallecas una alta repercusión. También, la lucha de los desempleados se hizo más visible con la acampada que impulsó la Asamblea de Parados de Fontarrón. Asimismo, la lucha de los trabajadores de UPS Vallecas ha tenido resultados positivos al darles la razón un par de sentencias judiciales. Un año en el que las acciones contra los desahucios no han dejado de estar presentes, apoyando y acompañando a los afectados y consiguiendo pequeñas, pero muy importantes victorias… Son algunos ejemplos de lo mucho y bien que se ha luchado.
El que está a punto de terminar también ha sido un año en el que se han generado ámbitos donde “repensar” Vallecas, que a buen seguro darán hermosos frutos, pues ya sabemos que, en este barrio, cuando los vecinos se ponen a trabajar unidos —algo habitual—, aciertan en lo que hay que hacer. Un buen ejemplo de ello es nuestro tema de portada de este mes: en los años cincuenta, los vecinos del Pozo necesitaban electricidad, y con su esfuerzo conjunto la consiguieron.
2013, un año duro en el que la lucha social se ha intensificado. Un año en el que la “resistencia” organizada ha ido avanzando, en el que se han seguido gestando iniciativas, herramientas y proyectos (banco de tiempo, consultas ciudadanas masivas…) que nos acercan a la sociedad que queremos.
Un año en el que también ha estado presente el sabor agridulce que produce ver cómo la lucha social pareciera que no avanza lo suficiente como para que la dirección en el hacer político y social comience a cambiar de rumbo. Seguro que todas estas “batallas” habrán servido para madurar, superar la ingenuidad, ganar en criterio de realidad.
Si para algo ha de servir la dureza y complejidad de este momento, es para ir comprendiendo que lo que estamos viviendo es la crisis generalizada de un modelo; crisis no solo económica, sino también política y cultural. Se va a necesitar todavía transitar durante un tiempo por este difícil momento social. Pero parece imprescindible que, para que surja algo nuevo de verdad, lo anterior ha de fracasar sin medias tintas.