Por Fernando Bódalo
El barrio de Entrevías y otras zonas de Puente de Vallecas vuelven a enfrentarse a una plaga que, lejos de ser nueva, forma parte de una historia que los vecinos preferirían no repetir: la presencia constante de ratas en calles, parques, descampados y zonas residenciales. Casi medio siglo después de aquellos veranos de finales de los años 70, cuando los vecinos agotados por la indiferencia institucional llegaron a convocar concursos de caza de ratas para denunciar la situación, las quejas vuelven a multiplicarse sin que el Ayuntamiento aporte soluciones contundentes.
Durante los últimos meses, los residentes han alertado de un aumento notable de roedores en diferentes puntos del barrio. Las imágenes y avisos se suceden: ratas cruzando las aceras a plena luz del día, madrigueras junto a zonas infantiles, bolsas de basura rotas en calles donde la limpieza brilla por su ausencia. Entrevías, un barrio históricamente castigado por el abandono, vive una sensación de ‘déjà vu’ que muchos vecinos asocian a los peores años de la desatención municipal.
Lejos de quedarse de brazos cruzados, las asociaciones vecinales tienen que volver a asumir un papel protagonista. Son ellas quienes recogen el malestar vecinal, registran quejas, y son las que están presionando a las administraciones para que actúen. “No puede ser que en pleno 2025 sigamos conviviendo con ratas como si fuera algo normal”, comenta Angelines, miembro de la junta directiva de la Asociación Vecinal La Paz. “Pagamos nuestros impuestos como cualquier otro barrio, pero aquí no llega ningún plan de limpieza ni de desratización serio”, añade.

A juicio de este colectivo, la situación no es casual. Denuncian que el Consistorio les impone tasas desorbitadas por la recogida de basuras, mientras el servicio es insuficiente y los contenedores se acumulan llenos durante días. Ese abandono, señalan, favorece la proliferación de roedores, que encuentran alimento y refugio con total facilidad.
La indignación lleva a muchos a formular una pregunta obvia: ¿podemos imaginar ratas merodeando entre contenedores desbordados en el barrio de Salamanca? La respuesta es evidente. Ese contraste resume, para los residentes, una realidad que lleva años repitiéndose: no todos los barrios reciben el mismo trato.








