La imborrable huella de Pilar

Pilar García, con uno de los bebés nacidos en Vallecas

Por Redacción

Pilar García fue matrona, durante décadas, en el Centro de Salud de Buenos Aires. Además de ejercer como tal, participaba en el Coro Trovada y fue muy activa en el barrio. Se jubiló hace unos años, dejando un vacío importante en las madres del ambulatorio. Hace unas semanas, nos dejó. Rebeca Martín, una de las vallecanas atendidas por Pilar, le ha querido hacer un homenaje a través de su propio testimonio y el de otras compañeras, amigas y pacientes que conocieron a esta profesional.

Laura Monge
«Adiós a una compañera y profesional muy especial. Aquella que ayudaba a todo el mundo sin esperar nada a cambio… Siempre mirando por todas nosotras que empezábamos una nueva vida con un ser pequeño. Te vamos a echar mucho de menos».

Eva Elvira
«Mis palabras de profundo agradecimiento a Pilar, quien hace 15 años me ayudó en mi primeriza maternidad tironeada entre la liga de la leche y las pautas pediátricas… Pilar me devolvió la confianza en mí misma, en mi instinto maternal y en el vínculo entre mi hijo y yo… Muchas gracias para siempre».

Rebeca Martín
«Pilar ni siquiera era mi matrona. Acudí a ella porque no había manera de que mi hija se enganchara al pecho. En el hospital no nos hicieron demasiado caso, los trucos que me daba mi matrona no funcionaban y el pediatra José María nos dijo que fuéramos a ver a Pilar, que seguro que con ella lo conseguíamos. Dicho y hecho. Tuvo la paciencia de atenderme durante varios días seguidos: llegaba a la consulta, me tumbaba en la camilla, y, mientras atendía a otras madres o futuras mamás, iba de vez en cuando revisando cómo estaba mi hija. Y lo conseguimos, gracias a su tesón. Recuerdo que me dijo que había visto a pocos bebés tan cariñosos como mi hija, y que le respondí, extrañada, que era un bebé como otro cualquiera: que dormía, comía y de vez en cuando lloraba. Casi 11 años más tarde, con mi hija ya crecida, me sigue sorprendiendo cómo fue Pilar capaz de ver el carácter de mi hija (en efecto, es muy cariñosa), que en ese momento tenía pocos días de vida».

Tamika
«Pilar fue la mejor matrona del mundo, la mejor. Su consulta era entrar a un lugar seguro, donde te recibía con su gran sonrisa y donde nos sentíamos acompañadas en el intenso mundo de la maternidad. En sus clases, además de guiarnos y enseñarnos infinidad de cosas, se creaba la magia de pertenecer a su tribu, en la que un montón de mamis reímos, lloramos, compartimos y nos sentíamos muy a gusto y siempre de su mano, sin soltarnos. Gracias infinitas, Pilar, siempre estarás en nuestros corazones».

Montse
«A una mujer admirable: Pilar era una mujer con una profesionalidad impecable, tenía una vitalidad y energía que contagiaba a todos los que la rodeaban. Siempre dispuesta a escuchar y ayudar, dejando huella allí donde iba. Su vida siempre fue movimiento, compartiendo su saber en charlas educativas sobre salud, sexualidad… y gran amante de las anécdotas que le ocurrían y que nos contaba siempre con una sonrisa. Participó en un grupo de senderismo y siempre caminó con paso firme y disfrutando del momento. También llenando el aire de música, ya que participó en el Coro Trovada; o intentando aprender a tocar el clarinete. Y, por encima de todo, fue, es y será una gran amiga que escuchaba, una madre y abuela excepcional y un ejemplo de entrega y generosidad. Gracias por tanto, Pilar.

Verónica Díez
«Compañera, iluminadora de caminos, salvadora, excelente compañera, ha sido un lujo haberte conocido. Sacas lo mejor de cada persona incluso en estos momentos tan difíciles. Te recordamos con una sonrisa».

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