Por Néstor Montenegro, arquitecto, profesor asociado en la Universidad Politécnica de Madrid
Si atendemos a los datos que conocemos, la vivienda es el principal factor de exclusión y segregación social en la ciudad de Madrid. Y la dificultad de acceso a la misma uno de los mayores obstáculos a la hora de definir un proyecto de vida. Especialmente si hablamos de los jóvenes, cuya emancipación se ve condicionada por la imposibilidad de asumir la adquisición o el alquiler de una vivienda. Sea cual sea el distrito de la capital, pero especialmente en los nuestros, las estadísticas apuntan además a que esos datos empeoran año a año, generándose una mayor brecha entre las demandas de los vallecanos y la oferta que el mercado proporciona.
Los datos socioeconómicos de las Vallecas apuntan a que la relación entre la renta per cápita y el coste de la vivienda en sus barrios, tanto en alquiler como en compra, aleja mucho de una solución que sea inmediata y fácil. Aún en situación favorable de mejora de salarios, los precios de alquiler en nuestros barrios siguen siendo inasequibles.
Debemos empezar por determinar dónde radica el problema. En Madrid, solo un 1,5% del parque inmobiliario total está destinado a alquiler social. En el extremo opuesto, encontramos el 35% de Ámsterdam o el 32% de Viena, que encabezan positivamente las ratios europeas. Ante a estos números es necesario impulsar políticas públicas que apuesten por revertir esta situación, facilitando el incremento del parque de viviendas de alquiler, y también diversificando los entornos en los que estas viviendas se ubican.
Laboratorio de ideas neoliberales
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Fundamentalmente, después de décadas de sucesivos gobiernos regionales y municipales, que han convertido Madrid en un laboratorio de ideas neoliberales, olvidando que la verdadera razón de la gestión pública no es el enriquecimiento de unos pocos a través de la especulación, sino equilibrar las condiciones de vida de los ciudadanos y, por tanto, facilitar el acceso a un bien de primera necesidad como es la vivienda.
Lejos de encontrar la única solución en las grandes operaciones urbanísticas desarrollistas que se han promovido en los últimos 40 años, y que continúan aún hoy en inauguraciones como la de Valdecarros, nuestros barrios ya consolidados requieren ser el foco en el que se fomenten políticas alternativas que conduzcan a mejorar el acceso a la vivienda de nuestros vecinos.
Desde la regeneración del parque residencial existente, a la adquisición por parte de la administración de viviendas inmovilizadas; desde la promoción en pequeña escala, mediante la constitución de comunidades acordes a la dimensión del tejido urbano, a la implantación de diversos modelos de vivienda asistencial que cubran necesidades específicas de nuestros mayores y jóvenes.
Desde un pensamiento innovador, pero fundamentalmente cercano, las soluciones deben buscarse en el crecimiento y consolidación sostenida de nuestros distritos en busca de una mejora de los entornos urbanos a través de la mejora de los entornos domésticos, hacia una prosperidad que permita que la vivienda deje de ser la primera preocupación de nuestros vecinos para constituirse en su principal orgullo.