Por Luis Miguel Morales
Un tanque. Caqui. Cree recordar que fue el primer regalo que le trajeron los Reyes allá por los años 70. De plástico, nada sofisticado, de aquella época. Se sintió feliz por comprobar que Baltasar, su favorito, le había hecho caso. A él le gustaban mucho las películas del Oeste como ‘El Álamo’, de guerra. Siempre iba con John Wayne. Fue haciéndose mayor y Baltasar continuó acertando, ‘El Palé’. Un juego de compra y venta de edificios, de hipotecas. Vamos, que pasó de la guerra con munición a la guerra con billetes. A su hermana le regalaban muñecas y cocinas, claro, aunque también jugaba con él a ‘El Palé’.
Cuando Baltasar y sus dos compañeros dejaron de venir por casa a altas horas de la madrugada y ya pudo acostarse tranquilo, sin prisas, comenzó a regalarse él solo, sin ayuda real. Le gustaban los cantautores, esos que, con una guitarra, su voz y sus letras, llenaban los escenarios y, después de la muerte del dictador, las fiestas del PCE. Y cantaban contra las guerras, las hipotecas y ese dictador, aunque ya estuviese muerto. Y le gustaban cada día más las cantautoras que renegaban de las muñecas y las cocinas solo para ellas. Tiempo después, el tanque debió de terminar en la basura, porque nunca más volvió a verlo. Y ‘El Palé’ lo guardó junto a los demás juegos de mesa, en la parte de arriba del armario grande, junto a las maletas. Ya tenía bastante con su hipoteca. Y John Lennon y su ‘Imagine’ resonaba cada vez más fuerte en el interior de su cabeza: «Imagina que no hay países/ No es difícil de hacer/ Nada por qué matar o morir/ Y ninguna religión también/ Imagina toda la gente/Viviendo la vida en paz/ Podrán decir que soy un soñador/ Pero no soy el único/ Espero que algún día/ te unas a nosotros/ Y el mundo será uno».
Estos días piensa tanto en su nieto, en cómo hacerle saber que existe esa canción. Porque ahora a los Reyes Magos se les ha unido Papá Noel. Porque ahora los tanques de juguete son como los de verdad, pero a pequeña escala. Y disparan. Porque ahora ‘El Palé’ tiene múltiples y cada vez más reales réplicas. Digitales, eso sí. Porque los Reyes y Noel traen artilugios diseñados para que desde la edad más temprana se entre en el juego de una vida basada en el enfrentamiento, en el poder y en el dinero. También piensa que quizá deberíamos empezar todas las mañanas escuchando por los altavoces del mundo no esas alarmas de bombardeos que ahora tenemos tan cerca de nosotros, en Europa, sino a John Lennon. Si él aprendió de los cantautores el horror de los tanques o la sumisión al dinero y de las cantautoras a jugar con muñecas, quizá John podría enseñarle todo esto a su nieto. Se lo va a decir a la maestra cuando vaya a recogerle al colegio. Que mañana y todos los días suene ‘Imagine’ en el patio, a la entrada y a la salida. Se lo va a pedir, aunque ella piense que es un viejo utópico. Un soñador.