Por Juan Sin Credo
En la noche de difuntos, me despertó el sonido de la notificación de un mensaje de entrada en mi buzón de correo. ¡Otra vez se me había olvidado quitar el sonido al móvil! Ante la imposibilidad de volver a conciliar el sueño, me puse a pensar en los mismos problemas de siempre que tanto trabajo cuesta solucionar a los responsables de nuestras instituciones vallecanas.
Una vez ya levantado, me puse a leer el mensaje en el salón. Mi preocupación aumentó al comprobar que mi amigo José Argelina me avisaba de la inminente hospitalización de su hermano tras un nuevo episodio de crisis nerviosa por la situación insostenible que atraviesa, debido a la instalación de un narcopiso enfrente de la casa de sus padres, actual vivienda de su hermano, en la confluencia de la calle de Villalobos con el Parque de Palomeras.
Según el hermano, el peregrinaje es incesante, día tras noche y noche tras día. La inmundicia, zafiedad y la sensación de inseguridad hacen mella en su estado de salud. Tanto que José está pensando muy seriamente en tener que ingresar a su hermano en un centro terapéutico para salvaguardarlo y protegerle la vida.
Toda esta situación salta a la vista de todos con una dejación alarmante de funciones por parte de las autoridades policiales, totalmente conscientes de esta cruda realidad que pasan por alto. Las mafias imponen su ley del silencio ante el grito unánime de un vecindario que clama justicia por un descanso digno y por un barrio que no esté tan degradado.
Por supuesto que todo este discurso no es más que una leyenda producto de mi imaginación en esta fantasmagórica noche de difuntos, aunque ya se sabe que la leyenda es un género que siempre parte de un hecho real. Lamentablemente, las mafias que controlan el negocio de la droga siempre han campado a sus anchas por los poblados y otros descampados de Vallecas. Cabe decir que, a mediados de octubre, el Congreso tumbó la propuesta de Más País para regular el consumo y tenencia de cannabis. Flaco favor para erradicar su menudeo y trapicheo de nuestros parques y jardines.
Leyendas de Bécquer
Aunque para leyendas, las pertenecientes a Gustavo Adolfo Bécquer. Cualquier buena biblioteca debe tener un volumen de estos artefactos narrativos entre sus estanterías, entre los que destaca el macabro episodio del incipiente género de terror, ‘El monte de las ánimas’. Perfecta pieza que funciona con una precisión espectral de las agujas de un reloj de carillón recién ajustado en su maquinaria para marcar con estricta puntualidad las 12 de la noche. Se dice, por cierto, que Bécquer pudo asistir a las suntuosas fiestas que se celebraban en la Casa del Mayorazgo, situada en la calle de Villaverde 3, actual Sierra Vieja, cuyo titular, Tomás Ruiz y Dana, era el mayor hacendado de Vallecas y estaba entre los 50 mayores contribuyentes por riqueza agrícola de Madrid. Pero esta ya es otra leyenda para contar en el próximo Día de Difuntos.