Escribe: Antonio Luquero.
Conducía mi coche en la noche del sábado al domingo por la avenida de la Albufera. Me acompañaban Fernando Luis Puente y su mujer Celeste. Veníamos de la Fuente de la Asamblea, donde el ansia por el ascenso había congregado a varios cientos de aficionados para celebrar, con unas horas de adelanto y un recurso del Granada de por medio, la ascensión del Rayo a los cielos planetarios del fútbol. Nos dirigíamos a Atocha, para entregar unas bufandas a los futbolistas del Rayo que estaban de parranda en el Hotel NH Sur de Atocha, celebrando también por adelantado el ascenso aún no matemáticamente conseguido.
Mientras bajábamos con el coche por la avenida de la Albufera, Fernando y su mujer, argentinos de Buenos Aires y miembros fundadores de la Peña del Rayo Vallecano Riverplatense Argentina, aguantaban con estoicismo argentino la “tabarra” del que esto escribe, empeñado en explicarles las grandezas del distrito: “Esta es la calle del Arroyo del Olivar, por aquí hace muchísimos años discurría un riachuelo” o “Y esta la Junta Municipal, que era nuestro Ayuntamiento antes de que Madrid nos anexionara, sin ni siquiera preguntarnos si queríamos o no ser madrileños”…
Andaban ellos mirando y yo soltando parrafadas, cuando en esto que, llegados al Puente de Vallecas, cruzando la M-30, entramos en Pacífico y les suelto: “Aquí se acaba lo bueno, esta es la Frontera. Atrás queda Vallecas, entramos en Madrid”.
No sé si Fernando y Celeste, por mucho que se identifiquen con el equipo, o con el barrio, pudieron llegar a entender lo que esto significa. Cómo puede ser entendible que alguien de Vallecas, que en teoría sale de un barrio para entrar en otro ¡llegue a decir que cuando sale de Vallecas, entra en Madrid!
Este sentimiento, que para mí es real en lo geográfico, no lo siento menos en lo deportivo. El Rayo, el que acaba de ascender frente al Xerez, el que ha puesto la piel de gallina y las lágrimas en los ojos a miles de vallecanos, no lo percibo como un equipo de Madrid, ¡y mucho menos como el tercer equipo de Madrid!
El Rayo, como Vallecas, es algo aparte. No tiene nada que ver ni con el Real, ni con el Atleti. Si acaso, a “estos” debemos “agradecerles” que, en la actualidad, y gracias al apabullante martilleo de los medios de comunicación madrileños, muchos niños y adultos de Vallecas pierdan su deseo por ser del Rayo, o nunca en su vida lo hayan tenido. Estos clubes “tan grandes”, se adueñan no sólo de los aficionados de Madrid, sino que se permiten hacerlo con los de Vallecas, donde existe un equipo propio con más de 80 años de historia.
Ahora que el Rayo cruzará la Frontera para jugar en Chamartín y en la ribera del Manzanares, deberemos reafirmarnos cada vez más en lo genuino de su existencia, y en rechazar cualquier intento de apropiarse de un sentimiento que es exclusivo de los aficionados del Rayo.
Discrepo por tanto con uno de los objetivos más importantes, si no el más importante, expuesto por el nuevo presidente del Club, Raúl Martín Presa: “Quiero abrir el Rayo a Madrid, porque el Rayo es el tercer equipo de Madrid”, dijo en su primera comparecencia pública. Error sobre error: los Ruiz-Mateos ya lo intentaron, liquidando la A.D.R.V. para convertir el Rayo de Vallecas en un Rayo “de Madrid”.
¿No sería más fácil, digo yo, intentar abrir el Rayo a Vallecas antes de abrirlo a Madrid, una ciudad en la que hay dos equipos por los que millones de ciudadanos perderían hasta los propios dientes, si fuera preciso? Fijémonos pues metas más modestas, pero más reales: un Rayo de Vallecas y para los vallecanos.
Ahora que el Rayo ha cruzado la Frontera de la Segunda “B”, y de la Segunda, para poner los pies en Primera, intentemos también cruzar todos esa Frontera, pero con la cabeza bien alta y sin perder la identidad. Yo, sinceramente, prefiero ser el primer equipo de Vallecas, a tener que aguantar durante toda temporada, y toda la vida, el anticuado y aburrido sonsonete del “tercer equipo de Madrid”. Yo así, si estoy dispuesto a cruzar la Frontera; ¿y tú?