Por Juan Sin Credo
La plenitud del verano cierne su manto de calima asfixiante en la totalidad del ‘ferragosto’ vallecano, atípico por la realidad que nos acompaña debido la nueva normalidad. Una nueva normalidad que ha mantenido a la mitad el aforo de las piscinas municipales para evitar así las aglomeraciones de los fines de semana pegajosos del alquitrán sofocante, a más de 40º a la sombra, en la Avenida de la Albufera.
Sin embargo, a pesar de la situación de emergencia sanitaria, persisten circunstancias que mantienen esa obstinada y vieja anormalidad. Una vieja anormalidad que posibilita el recorte del horario de Atención Primaria, cuyos centros echan el cierre a las 18 horas, así como el de su servicio de Urgencias, que a día de hoy permanece sin estar abierto. Por no hablar del incierto panorama que se vislumbra en el horizonte con el comienzo del curso escolar, con el prometido aumento de las plantillas, pero sin la disponibilidad suficiente de espacios en unas aulas abarrotadas de alumnos. Ni, por supuesto, mentar siquiera las residencias de ancianos que están siendo el cebo preferente de esta pandemia, con una gestión nefasta basada en el principio de la rentabilidad económica.
Afortunadamente, vivimos en Vallecas. Vivimos en la Alegría de unos heroicos profesionales de la Sanidad y de la Educación comprometidos con ese rompecabezas que se presenta como una oleada de carencias de cara a un difícil otoño. Vivimos en la Alegría de un combativo tejido vecinal en armas que, hombro con hombro, tiene que ir con esos profesionales para exigir a las administraciones una respuesta contundente y eficaz ante un brote insostenible de miseria y penuria.
Lectura en nuestras bibliotecas
Por lo tanto, la vida continúa, sigue su camino, en la recta final de este sofocante verano. Tiempo para la Alegría, tiempo para la lectura en nuestras bibliotecas, ya sin cita previa, todavía manteniéndose en la prudencia. Ocio y evasión garantizados, bien en la de Miguel Hernández o en la de Martín Santos, o bien en las municipales de Gerardo Diego o del Pozo.
De esta última, disfruto con ‘Alegría’, la obra finalista del Premio Planeta, escrita por Manuel Vilas, novelista que alcanzó el éxito de público con ‘Ordesa’, publicada en Alfaguara, perteneciente al grupo Peguin Random House. Estratégico golpe de mano del gigante editorial de origen barcelonés que ha sumado a su nómina, gracias a su prestigioso galardón, a dos de los escritores más relevantes de las letras hispánicas; el citado Vilas y Javier Cercas, ganador del Premio en su actual convocatoria.
‘Alegría’ es una obra en la misma línea narrativa que su celebrada novela anterior. Es un texto que arranca de la memoria, del puzle familiar del recuerdo. Literatura del testimonio que ahuyenta nuestros fantasmas del pasado, ayuda a soportar el peso cotidiano de nuestra propia vida y a centrarnos en la Alegría de nuestro presente en Vallecas, más allá de ese nebuloso futuro a corto plazo que nos espera.