OPINIÓN.
Han pasado muchos años desde aquel 8 de Marzo, día de duelo y reivindicación de nuestros derechos como mujeres trabajadoras.
Lo curioso sin embargo es que el patriarcado, machismo e incluso los micromachismos de nuestra sociedad actual siguen en la labor de hacernos creer que nunca seremos como ellos, que nunca estaremos como ellos en la cima política, en los mejores puestos de trabajo y con un salario que nunca acabaremos de igualar. Y todo por el hecho de ser mujeres. Y me pregunto yo, igual que miles de compañeras: ¿hasta cuándo?
Para más inri, las cifras de muertes por violencia de género, el desempleo, la situación de la mujer frente a la sanidad pública y el acceso casi nulo a la vivienda para mujeres divorciadas o que van huyendo de su maltratador… ¡son vergonzosos! ¿Hasta cuándo vamos a seguir callando y aguantando?
Es hora de la igualdad, del coraje de comenzar a poner las cosas en su lugar, y eso se hace comenzando por nuestra propia casa, por la familia, por unas normas de trabajo igualitario, en donde el papel asignado a la mujer por una sociedad machista desaparezca y se cree un nuevo espacio donde nadie vaya por delante del otro/a.
Un lugar donde esta palabra, al igual que “lucha” y “constancia”, vayan juntas para desenmascarar a todos los Gobiernos, sociedades y hombres en general que sigan pensando que nosotras somos inferiores, cuidadoras y abnegadas.
Por eso este 8 de Marzo no queremos flores, ni besos ni “te quieros”. Queremos la firme promesa de que comenzarán a vernos como seres con igualdad de oportunidades, como compañeras en la lucha y como seres humanos capaces. No queremos más etiquetas baratas de “mujer buena y abnegada”, ¡queremos etiquetas de valentía, en pie y en lucha!
Marcela, de 15M Puente de Vallekas