Una comedia ácida y mordaz

‘El jefe del jefe’. Autor: Lara Von Trier. Dramaturgia teatral: Jack McNamara. Versión en castellano: Fernando Hornos y Fernando Gil. Dirección: Ricardo Hornos. Reparto: Fernando Gil, Críspulo Cabezas, Carol Rovira, Laura Laprida, Vito Suarez y Aure Sánchez. Teatro Pavón, hasta el 26 de enero

Un momento de la función. Foto: Pablo Lorente

Por Pedro Lorenzo

La comedia ‘El jefe del jefe’ nos transporta al frenético mundo de una startup tecnológica en el que las ambiciones empresariales y las intrigas personales chocan en una trama cargada de ironía y humor. Basada en la película homónima de Lars von Trier (‘The Boss of It All’), esta versión teatral, adaptada por Fernando Gil y Ricardo Hornos, ofrece un giro interesante al material original; una comedia ácida y mordaz que tiene un comienzo trepidante e ingenioso.
La premisa es tan absurda como divertida: un actor, interpretado por el propio Fernando Gil, que es contratado para hacerse pasar por el misterioso “jefe supremo” de la compañía. Su misión es aparentar autoridad durante una negociación clave con un empresario japonés interesado en comprar la empresa. Gil demuestra su versatilidad como actor al asumir distintos enfoques interpretativos en cada situación, lo que da lugar a momentos hilarantes y a una reflexión sobre las máscaras que todos usamos, en este caso en el ámbito laboral.
Uno de los elementos más efectivos de la obra es la secretaria traductora, cuya interpretación libre de los insultos y exabruptos del empresario japonés genera un contraste cómico. Esta dinámica entre el lenguaje directo del empresario y la “filtración” diplomática de la traductora funciona como un motor humorístico que arranca carcajadas genuinas en el público.
A pesar de estas fortalezas el ritmo de la obra presenta algunos problemas. Aunque los personajes secundarios, empleados de oficina que observan al ficticio jefe con asombro, están bien delineados. Hay un momento hilarante en la primera reunión con los empleados en la que el protagonista no sabe ni a que se dedica la empresa y tiene que improvisarlo todo, es un momento digno del teatro del absurdo de Ionesco o del humor inglés de los Monty Python.
La tensión inicial, con la treta de la mordida y el entramado empresarial como centro, se diluye en escenas que podrían haber aprovechado más esta crítica al mundo capitalista y su deshumanización.
La escenografía minimalista, con una mesa de reuniones como núcleo, se complementa con proyecciones que evocan rascacielos de una gran ciudad. Este recurso audiovisual, aunque eficaz, no logra elevar el tono teatral de la obra, que inevitablemente carga con el peso de su origen cinematográfico y que no creo que supere la película del cineasta danés, a pesar de que esta comedia no sea su mejor film, como “Bailar en la oscuridad”, o “Rompiendo las olas”.
En resumen, ‘El jefe del jefe’ es una comedia disfrutable, con momentos álgidos, pero que no termina de explotar su potencial. Aunque Fernando Gil brilla en su interpretación y el resto del elenco hace bien sus papeles, la adaptación no alcanza ni la profundidad dramática ni la comicidad necesaria para destacar plenamente a pesar de la entrega, la buena iluminación y otras virtudes del montaje. Un entretenimiento ligero, ideal para una tarde sin demasiadas pretensiones.

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