Un viaje emocional hacia el amor perdido

Por Pedro Lorenzo

Este drama, a veces tragicómico, da cuenta de la experiencia que vive una pareja, tras una ruptura traumática, sobre todo para él, que no ha podido olvidarla a pesar del tiempo transcurrido. Le atenazan la culpa y los remordimientos por no haber sabido cuidar una relación que le importaba de verdad.

Este viaje emocional, introspectivo, está presidido por un trastorno de ansiedad que a él le produce un miedo no identificado. “No hay miedo más terrible que el miedo a uno mismo”. Trata la obra del amor, por supuesto, de las relaciones de pareja y su ruptura, del duelo que hay que pasar, de la salud mental y sus tratamientos, de la inseguridad que produce la culpa, y también de los momentos felices vividos juntos. “En los viajes somos capaces de convertir calderilla en lingotes de oro”. Hay sueños, estrellas y el romanticismo de los enamorados.

El texto va y vuelve en forma de feedback a través de un diario que escribe él como terapia y que supone la evocación de aquellos recuerdos. Es emocionante la interpretación de María Estévez-Serrano que ya se metió en este papel en 2021, dentro del festival Surge Madrid en otoño, de la Comunidad de Madrid. Premiada en Londres, donde estuvo 10 años, por ‘Verde, agua y luna’, (Premios Lukas -Latin UK Awards a la mejor producción teatral y accésit a María Estévez-Serrano como artista del año 2019). Una gran actriz que, en esta ocasión, tiene otro compañero, creíble en su papel.

Cuenta este montaje con recursos de danza contemporánea en momentos puntuales y es muy palmaria la marcha, el viaje de uno y otra a través de las versátiles maletas que conforman la escenografía. Además, un buen diseño de iluminación y el hecho de que el autor dirige su propia obra le da mayor veracidad. Un gran montaje de pequeño formato con una buena interpretación y puesta en escena, a pesar de una parca escenografía a lo Grotowsky. Recomendable.