Por Concha Párraga, Marisa Gascón y Patricia Carlavilla, enfermeras de los CS Campo de la Paloma y del Servicio Móvil Madrid Positivo
Marzo es el mes dedicado a la mujer. Hace años, el 8 de marzo estaba dedicado exclusivamente a la mujer “trabajadora”, pero ¿quién es una mujer trabajadora?. ¿Aquella que consigue un sueldo por la ejecución de un trabajo fuera del hogar?, ¿aquella que hace todas las labores que genera su hogar y su familia?, ¿aquella que se dedica en cuerpo y alma al cuidado de los suyos?, ¿aquella que concilia su vida laboral y personal como mujer? o ¿aquella que deja su vida para vivir la vida de los otros?.
A nosotras como enfermeras nos gustaría brindar por todas aquellas mujeres que han dedicado y siguen dedicando su vida a los cuidados de los demás. Afortunadamente, el marco social va cambiando poco a poco y ya hay muchos hombres también dedicados al cuidado de sus familiares y allegados.
Los cuidadores, figuras maravillosas. Personas que no tienen horario, porque el ritmo de su trabajo lo marca la necesidad del cuidado del otro. Los cuidadores informales suplen todas aquellas carencias que la persona cuidada no puede realizar por si misma: aseo, alimentación, eliminación, deambulación… Los que nunca han realizado ese trabajo no saben cuán grande es el esfuerzo, porque no solo es esfuerzo físico, sino también emocional. No olvidemos que normalmente las personas cuidadas son padres/madres, hijos, hermanos con problemas de salud.
¿Qué podemos hacer para ayudar a los cuidadores? Daremos pistas de qué cosas podemos cambiar para que el cuidado no se convierta en una situación patológica. Cada familia tiene sus propios rasgos, religiones y costumbres y nosotras no debemos intentar cambiarlos. Tan solo debemos estar allí para ayudarles a reflexionar sobre la ejecución de esos cuidados. Al igual que le voy a enseñar como movilizar a su padre/madre en la cama para no hacerse daño en la espalda, debería ayudar también a que aprendan a ejecutar el trabajo sin hacerse daño en el “alma”.
Es necesario delegar tareas en otras personas de la familia, aprender a decir que ‘no’ ante situaciones que sobrepasan nuestras capacidades y darnos periodos de alivio, bien con ayuda de otros familiares intra o extra nuestro núcleo familiar, bien a través de la contratación de un cuidador formal o solicitando a nuestra trabajadora social una residencia durante un periodo de tiempo.
El rol de cuidador es costoso y debemos cuidar a quien cuida. Desde las consultas de enfermería promovemos grupos de ayuda en los que hablamos de cómo cuidar en todos los aspectos de las necesidades básicas, pero también de cómo cuidarnos mientras cuidamos. Muchas veces las personas pensamos que podemos con todo. Además ¿quién mejor que nosotros para ofrecer a los que queremos el mejor de los cuidados? Pero, ¿es realmente así?.
En la consulta nos damos cuenta de que muchas veces acuden a nosotros agotados, porque la sobrecarga del cuidado es mayor de la que pueden tolerar como personas.
Test de Zarit
Debemos pasar el Test de Zarit o test de sobrecarga del cuidador para poder analizar cuál es su situación personal. Se trata de un texto normalizado que nos permite objetivar cual es la situación de sobrecarga del cuidador y nos puede servir de herramienta útil para que ellos, los cuidadores, se den cuenta que necesitan pedir ayuda.
Os proponemos (a todos aquellos que estéis en este momento en la tarea del cuidado) hacerse una serie de preguntas para saber si necesitáis ayuda o no. Os proponemos hacer el Test de Zarit, que es muy fácil de completar y os puede dar una pista de como estáis en este momento en relación al cuidado.
Debemos aprender a pensar en nosotros mismos en la tarea de cuidar y jamás descuidarnos.