Por Concha Párraga y Marisa Gascón, enfermeras de los CS Campo de la Paloma y Ángela Uriarte
Vivimos en un tiempo de prisas, en un tiempo de andar sin caminar, de ver sin observar, de sentir sin percibir. Vivimos en un tiempo de hiperactividad donde no se conciben cinco minutos al día sin tener que completar una tarea de una índole u otra, da igual que sean tareas laborales, personales o de ocio. Agendamos la vida como si de eso dependiera vivirla o no vivirla, y no nos damos cuenta de los positivo que es parar y reflexionar, parar y sentir, parar y vivir.
Hace ya décadas que hay estudios serios de lo importante que son los paseos para el bienestar físico y mental. Paseos saludables para cuidar nuestro cuerpo, pero también nuestra mente. Tiempo de calidad exclusivamente para nosotros. No hace falta que sea mucho tiempo. Lo que si es necesario es que ese tiempo, nuestro tiempo, exista.
Pasear nos activa. Lo primero que activa es nuestro sistema cardiovascular, ya sabéis el dicho de “quien mueve las piernas, mueve el corazón”. Pero no solo eso, activa también otras partes importantes de nuestro cuerpo. Activa el equilibrio (aunque parezca una tontería estar cambiando continuamente la fuerza de pierna derecha a pierna izquierda hace que nuestro sistema del equilibrio que se encuentra en el oído tenga que ir adaptándose continuamente a estos pequeños cambios). Activa la visión, ya que tenemos que estar mirando a derecha e izquierda en un prácticamente continuo movimiento ocular con lo que el campo visual se acerca y se aleja continuamente, sirviendo esto a nuestros ojos a modo de entrenamiento. Activa nuestra resistencia física y nuestra capacidad neurosensorial, colores, olores, sonidos que impactan sobre nosotros y nos hacen tener que procesarlos, clasificaros, enumerarlos en conocidos y desconocidos, agradables o desagradables. Por tanto, pasear nos activa.
Pero, al mismo tiempo, pasear también tiene efecto relajante sobre nuestro cuerpo. Si paseamos por un entorno verde, un parque, un campo o un bosque, esa naturaleza nos produce efecto sosiego sobre nuestro córtex prefrontal. Además, pasear al aire libre (hay estudios científicos serios sobre el tema) nos ayuda a combatir la depresión y el estrés. El contacto con la naturaleza nos hace sentir bien, relajarnos, ayuda a bajar la frecuencia cardíaca y la tensión arterial, así como a fomentar el sistema inmunitario.
Durante el paseo nuestro cerebro libera dopamina, responsable de identificar el peligro y prestar atención, lo que supondrá que se eleve otro neurotransmisor muy importante para nosotros que es la serotonina responsable de nuestro estado de ánimo.
Otro efecto beneficioso de pasear es que nos ayudará a elevar los niveles de vitamina D en nuestro cuerpo. Esta vitamina procedente de la exposición controlada al sol nos ayuda para prevenir la osteoporosis.
La lista de beneficios del paseo sobre nosotros es casi innumerable. Nos ayuda a bajar la glucosa en sangre, a bajar de peso, a mejorar la salud de nuestras articulaciones, ayuda a nuestro corazón, a nuestro sistema autoinmune, a nuestra memoria y función cognitiva, a reducir el estrés, a mejorar nuestro estado de ánimo y mejorar nuestro sueño…
Qué más queremos, qué más tiempo vamos a esperar para empezar a poner en práctica algo tan beneficioso como es el paseo.
Adaptable a cada persona
Cada persona lo puede adaptar a sus propias necesidades. Podemos pasear sobre llano si nuestra forma física así nos lo pide, en pendiente para generar más gasto calórico, más o menos rápido y, desde luego, a la hora que a cada uno le venga bien. Y además es gratis.
Otra de las preguntas es cuánto debemos caminar. Pues la respuesta también es muy sencilla: deberemos adaptarnos a nuestras capacidades. Evidentemente no es lo mismo un joven de 30 años sin ninguna patología de base que una persona adulta de 80 años que además tenga alguna enfermedad. Seguramente el joven debería caminar a paso rápido al menos una hora cada día y la persona de 80 años deberá adaptar su paseo a sus capacidades físicas. Si a los 15 minutos del paseo se siente muy cansado, ese será su objetivo de inicio para, poco a poco y si su cuerpo se lo permite, ir aumentando el tiempo a 20, 30 o más minutos.
Caminamos para aumentar nuestra autonomía y nuestra movilidad. Caminamos para disfrutar y tener un envejecimiento saludable. El parque y la calle son de todos. No hay escusas. Todos a ocupar las calles y a pasear.